Las bases de EE UU y el ejemplo de España
El acuerdo entre España y Estados Unidos en virtud del cual abandonarán la base de Torrejón los 72 cazabombarderos F-16 del Ala Táctica 401 ha sido seguido con enorme interés en Grecia, donde este mismo año debe negociarse un nuevo tratado con Washington sobre el futuro de las bases de Iraklíon, Suda Bay (ambas en la isla de Creta), Helenikon (en el aeropuerto de Atenas) y Nea Makri (40 kilómetros al este de la capital), así como de una veintena de instalaciones auxiliares."El caso griego es diferente", asegura Pangalos, después de reconocer que el precedente español está siendo examinado con mucha atención. Cada vez son más numerosos los rumores de que un final probable del diálogo será el cierre de la base de Helenikon, a las mismas puertas de Atenas y foco de frecuentes protestas ciudadanas.
En los últimos meses se han celebrado ya tres rondas negociadoras, sin que aparentemente se haya llegado a ningún resultado concreto. El acuerdo vigente, que expira el 31 de diciembre, estipula que si para esa fecha no hay un compromiso, los norteamericanos deben comenzar a desmantelar sus instalaciones, para lo que tendrían un plazo de 17 meses.
"Intereses partidarios"
Mitsotakis cree que Papandreu "dejará el asunto abierto hasta los comicios legislativos [previstos para junio de 1989] a fin de explotarlo electoralmente", acusa al primer ministro de dar prioridad a "los intereses partidarios" y concluye que "las bases técnicamente indispensables deben mantenerse con tal de que sirvan a la defensa y los intereses nacionales".Grecia reivindica el papel de la OTAN como "una alianza de pueblos libres", en palabras del viceministro de Exteriores. "No somos conscriptos, no estamos en filas". Y rechaza que la Alianza esté al servicio de Estados Unidos, así como que exista un sentimiento antinorteamericano entre la población. "Una de cada cinco familias griegas tiene parientes en EE UU, y apreciamos lo que esa gran nación ha dado al mundo libre", dice.
Esta declaración conciliadora no impide que tanto Pangalos como el portavoz del Gobierno, Yanis Rubatis, pongan el énfasis en que las instalaciones norteamericanas suponen unos riesgos por los que Grecia debe ser compensada. "No son de la OTAN, están aquí para servir los intereses de EE UU", dice Pangalos. "Una base militar se crea para hacer frente a alguien y, por tanto, supone un peligro. Es normal que busquemos una contrapartida, que puede ser técnica, de defensa o política. Y hay que saber, además, si las bases contribuyen a garantizar nuestra soberanía nacional".
Pangalos completa la posición de su Gobierno al explicar que, por ser una cuestión de importancia vital para Grecia, el eventual acuerdo "deberá ratificarse por un referéndum", cuya fecha, muy probablemente, se fijará para antes de las próximas elecciones.
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