Solé Tura y el PSOE
Hombre, resulta decepcionante tener que comprobar en 1988, en plena crisis de las pasiones colectivas, en pleno apogeo de los yuppies, golden boys, reconvertidos, reinsertados y arrepentidos, cómo el señor Solé Tura, antiguo dirigente del PCE-PSUC, catedrático de Derecho Político, decano de la facultad de Derecho de Barcelona, autor de diferentes publicaciones en clave marxista, en su artículo Si usted pretende ser la alternativa (EL PAÍS, 3 de febrero de 1988), hace una apología en toda la regla del funcionalismo, teoría social tan denostada en otros tiempos por ser marcadamente conservadora.En efecto, defender que el PSOE es el único y exclusivo garante de que en España la sociedad funciona ("no hay ninguna alternativa, en ningún sector, campo... a su política") lleva implícito, como consecuencia, el mantenimiento del sistema, de que la sociedad está bien como está (salvo algunos retoques redistributivos y solidarios que también es el PSOE el que los puede realizar), lo que se inscribe directamente en los planteamientos funcionalistas, más o menos conservadores (Parsons, Merton, Coser ... ), que Wright Mills criticó demoledoramente por su contenido y carácter defensores del status quo, del establishment.
Si a esto añadimos lo que señala el avispado analista marxista, el señor Solé Tura, de que "ningún partido, ningún sindicato, ningún sector del propio PSOE ofrece una alternativa mejor; de que al margen del PSOE está el desierto; de que la división del PSOE sería una tragedia para la izquierda y para España", puede deducirse, por tanto, que o bien en España ha fracasado rotundamente el pluralismo democrático, político, social, cultural... contemplado en la Constitución (de la que el señor Solé Tura fue ponente por el PCE) o, por el contrario, el PSOE, en la vanguardia del socialismo occidental (como dice Guerra en los seminarios del "socialismo para el año 2000" y asienten Conde, Asiaín, Parreti ... ), se ha convertido en la verdadera avanzadilla del proletariado al saber interpretar las legítimas necesidades de las masas y al hacer converger en su seno, y gracias a la ética de las responsabilidades (verantwortungsethik) de las mentes preclaras de sus líderes máximos y de sus disciplinados militantes, las aspiraciones del pueblo trabajador que encuentra en la acendrada e indivisible unidad del PSOE, frente al vacío, al desierto que hay a su alrededor, la mejor defensa del socialismo científico
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de Felipe González y Alfonso Guerra, sus más genuinos intérpretes (con las chuletas de Boyer, claro está). El señor Solé Tura termina su artículo tratando cándidamente de cubrirse las espaldas y añade con un fino análisis de materialista histórico galaico-catalán: "El Congreso del PSOE no es un mal resultado. A condición, naturalmente, de que los acuerdos no se conviertan en letra muerta".
No hay que remontarse mucho en el tiempo ("el tiempo es un tigre que nos devora, pero yo soy ese tigre; / la permanencia en la oposición es un alto río que roe, las estrellas y corroe las arcas") y en la historia del PSOE para verificar cuán rápido la letra viva del cambio se ha tomado molto vivace en letra mortísima de la transformación. El marxismo, incluso etiquetado de revolucionario, bajo las formas complejas de dominación, puede convertirse en el mejor instrumento de legitimación de las alternativas de las clases dominantes que, en determinadas coyunturas históricas, encuentran en buena parte de los partidos socialistas-socialdemócratas y en algunos sectores sindicales y de fuerzas políticas colindantes, los mejores valedores de sus intereses, cultura, valores, códigos, representaciones, modos, maneras y pautas de conductas.-
Profesor de Sociología de la universidad de Santiago de Compostela.
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