El fiscal acusa a la "mafia policial' de dos nuevos casos de compra de joyas robadas
La fiscalía de la Audiencia de Santander ha acusado a tres inspectores de policía, procesados en el sumario denominado de la mafia policial, de dos nuevos delitos de receptación de joyas. La Audiencia de Santander ha decidido inhibirse en los mismos y ha ordenado la remisión de los casos referidos a un tribunal de Madrid y a otro de Bilbao, según informaron fuentes de la fiscalía cántabra. En el sumario de Santander se encuentran procesados un comisario y cuatro inspectores, así como el joyero Federico Venero y el herrero Salvador Fernández Cagigas.
Los dos delitos de receptación -negociar a sabiendas con objetos robados- hacen referencia al atraco, el 1 de octubre de 1984, a la joyería de Ángel Alcalá Amero en Bilbao, y el 3 de enero en 1982 al domicilio en Madrid de un particular llamado Gonzalo Calderón Bastos. En el primero se sustrajeron joyas y objetos evaluados en 50 millones de pesetas, y la fiscalía implica en la receptación de estos bienes -que nunca han aparecido- al inspector Miguel Angel Bercianos. En el segundo se robó una colección de 59 relojes de bolsillo, valorados cada uno en 20.000 pesetas, y otros objetos de valor, hasta alcanzar la cifra de 3.650.000 pesetas. Tres años más tarde, la policía devolvió a su dueño, sólo 37 piezas de la colección, y la fiscalía acusa de receptación a los inspectores Antonio Caro Fontanillo y Victoriano Gutiérrez Lobo (procesado por la desaparición de Santiago Corella, el Nani).El 10 de octubre de 1984, el industrial Ángel Alcalá denunció el robo en su joyería, situada en la calle de Santamaría, efectuado por tres hombres que, tras atarle y amordazarle, le robaron cadenas, pulseras de brillantes y collares de perlas, así como unos gemelos de oro y brillantes con forma de herradura, entre otros objetos. La investigación del robo fue realizada por el grupo de Policía Judicial de Bilbao a las órdenes del inspector Bercianos.
En sus declaraciones judiciales, el joyero santanderino Federico Venero, quien hace dos años destapó la existencia de la presunta red de corrupción policial, manifestó que uno de los autores materiales del atraco a la joyería de Bilbao era el supuesto delincuente Mario Puertos Galdós, quien le ofreció comprar 20 kilos de oro procedentes de dicho atraco. Venero se lo comunicó a Bercianos, según la Fiscalía de Santander, y quedó citado con Mario Puertos en el hotel Las Rocas de Castro Urdiales. Venero añade que, una vez reunido con el delincuente, pesaron el oro en una báscula del hotel y se cerró la operación. El joyero santanderino agrega que Bercianos se encontraba en el hotel y tras marcharse Mario Puertos, el inspector entró en la habitación donde se pesó el oro, "apoderándose de unos gemelos con brillantes" con forma de herradura. Venero recuerda, según su relato, que Bercianos dijo mientras tanto que "estos gemelos me gustan, ya que soy un gran aficionado a los caballos".
El segundo de los casos mencionados por la fiscalía se inicia el 4 de enero de 1982, cuando Gonzalo Calderón Bastos denunció que el fin de semana anterior unos desconocidos entraron en su domicilio, situado en Madrid, y le desapareció una colección, de 59 relojes, dos de oro y los demás de plata. La fiscalía es tima que el robo fue obra de Ángel Manzano, amigo de Santiago Corella, alias el Nani, quien vendió el botín a Federico Venero.
Según la fiscalía, Venero compró los relojes, pagando por ellos 250.000 pesetas. El joyero de Santander añade en sus declaraciones que a principios de 1985 Victoriano Gutiérrez Lobo y Antonio Caro se pusieron en con tacto con él para reclamarle los relojes, ya que estos inspectores le dijeron que era para entregar selos a la brigada policial de compraventa de Madrid. Venero terminó aceptando la devolución y añade que nunca supo más de ellos. Quien sí supo más de los relojes fue su propietario, Gonzalo Calderón, quien en febrero de 1985 vio algunos de ellos en un reportaje de televisión sobre recuperación de joyas, según ha manifestado Calderón.
Gonzalo Calderón recuperó en la comisaría del barrio de la Concepción de Madrid 37 de los 59 relojes, tras reconocerlos.
"Eran los peores y más malos de los que me robaron", dijo Gonzalo Calderón. El acta de entrega policial de los relojes fue firmada, como instructor de la diligencia, por Victoriano Gutiérrez Lobo. La fiscalía añade que el acta levantada no fue remitida a la autoridad judicial. Los policías presuntamente implicados en estos hechos niegan haber participado en ellos.
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