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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Lo terrible y lo ridículo

NADIE PUEDE negar a Herri Batasuna sentido del espectáculo. Pero para que su representación obtenga eco se hace indispensable la presencia de alguien dispuesto a darle la réplica. Eso acaba de ocurrir en Navarra. El partido abertzale radical está intentando aprovechar la visita de los Reyes a esa comunidad para poner en escena uno de sus números propagandísticos. Los estrategas de la campaña cuentan con el convencimiento de que bastará cualquier provocación para que alguien entre al trapo. Han colocado unos carteles en los que don Juan Carlos aparece junto a Franco y a la consigna que reclama: "¡Fuera!". La policía detuvo el jueves por la noche a 14 jóvenes que procedían a colocar esos carteles. La Delegación del Gobierno en Navarra apreció contenidos injuriosos en ellos. En este caso no se tuvo en cuenta el criterio del juez navarro que hace poco condenó-absolvió a Cristina Almeida: no ofende quien quiere, sino quien puede.En una conferencia de prensa celebrada en Pamplona, dirigentes locales de Herri Batasuna -los mismos que al parecer vetaron ayer una charla del también dirigente abertzale Iñaki Esnaola en la capital navarra- explicaron con numerosas inexactitudes históricas el sentido de su campaña. Lo único que en sus palabras era exacto es que a don Juan Carlos le nombró Franco. Es decir, la realidad que reflejaban los carteles considerados injuriosos y la misma que ha costado, en un alarde de irracionalidad y de mal servicio a la democracia y a la Corona, seis años de cárcel a un antiguo periodista de Punto y Hora. Pero después del papel desempeñado por don Juan Carlos en la restauración de la democracia en España y en su defensa frente al golpismo, decir esas cosas no resulta ni siquiera miserable. Es una gran tontería, y no sólo una infamia, poner en duda las convicciones y la legitimación democrática del Rey. Por lo demás, don Juan Carlos no ha tratado nunca de ocultar el pasado, por más que a algunos cortesanos de nuevo cuño les hubiera complacido. Y la represión Contra los antimonárquicos, los republicanos, los independentistas está fuera de lugar en la democracia que el propio Rey ha contribuido a construir y a defender.

Llama la atención que quienes en la misma conferencia de prensa proclaman sus convicciones "de izquierdas y republicanas", se identifiquen con los combatientes carlistas, defensores del trono y el altar, al reprochar a don Juan Carlos ser el bisnieto de "otro rey que vino a Navarra para aplastar con sus ejércitos a las masas campesinas alzadas". La presencia del Rey en Navarra sirve, según los portavoces abertzales navarros, "para recordamos que la Constitución y el amejoramiento del fuero nos fueron impuestos". La afirmación resulta más que sorprendente teniendo en cuenta que en el referéndum constitucional, con una participación del 67% del censo, los votos negativos apenas superaron el 17%, frente a un 76% de votos positivos. El discurso carlista-leninista de Herri Batasuna en Navarra se desautoriza a sí mismo, sin necesidad de que nadie se espante por unos carteles o unas palabras que se pretenden tremendas y que sólo son ridículas.

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