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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Gran idea empequeñecida

Antonio Mercero ha realizado casi toda su filmografía en la televisión, en la que ha filmado telefilms y series muy celebradas, como La cabina, entre los primeros, y Verano azul, Crónicas de un pueblo y Turno de oficio, entre las segundas. Estas y otras obras, justamente premiadas en festivales internacionales de televisión, han convertido a Mercero en uno de nuestros tele-cineastas más competentes y populares.En cine, además de un popular mediometraje que le sirvió de práctica de final de carrera en la desaparecida Escuela de Cine, Trotín Troteras, dirigió películas de éxito, como La guerra de papá y Se necesita chico. Pero sus aportaciones a la pantalla grande no han alcanzado la resonancia de las televisuales. Y ahora, con Espérame en el cielo, aunque ha tenido a mano la posibilidad de hacer una película muy importante, se ha quedado a medio camino y le ha salido una obra graciosa, divertida, realizada con buenas armas, pero que en la pantalla se queda corta en relación con las posibilidades que sobre el papel ofrecía.

Espérame en el cielo

Dirección: Antonio Mercero. Guión: Horacio Valcárcel, Román Gubern y Mercero. Fotografia: Manuel Rojas. Música: Carmelo Bernaola. España, 1987. Intérpretes: Pepe Soriano, José Sazatornil Saza, Chus Lampreave, Manolo Codeso, Amparo Valle, José Luis Barceló, Francisco Cambres, Francisco Javier, Pedro Civera, Miguel de Grandi, Chari Soriano. Estreno en Madrid: cines Callao, Carlos III, Cinestudio Regio, La Vaguada y Multicines Majadahonda.

El argumento es originalísimo, un sorprendente diamante en bruto que no ha sido bien tallado. Únicamente en algunas secuencias aisladas -por ejemplo, en la serie de divertidas correrías que el inefable doble de Franco hace por los salones del palacio del Pardo- las extraordinarias posibilidades cómicas de la historia se hacen patentes; pero esto, por contraste, pone en evidencia que en otras escenas la película se queda por debajo de la fábula que cuenta.

Espérame en el cielo debiera -por sus características argumentales- ser siempre una película muy ágil, pero hay veces en que se hace lenta e incluso morosa. El singularísimo esquema esperpéntico que el guión propone está tratado en las imágenes siempre con solvencia, pero en ocasiones con poca dinamicidad, y la audacia de su concepción hay veces que se frena en la timidez de la realización. En un despliegue humorístico de las características de éste, no hay que huir de la extravagancia, el absurdo, la dureza; pero, por desgracia, Mercero incurre a veces en exceso de cordura, de buen orden y de blandura: un asunto de los llamados duros tratado con guante de seda.

Pese a las insuficiencias de su desarrollo, la película conserva muchas ráfagas de buena gracia -otras, en cambio, demasiado cómplices, aguan la fiesta-, y, aunque sólo sea por ellas, merece verse. Tiene dentro, en estado embrionario, los ingredients de una gran comedia, y es lástima que estos ingredientes no hayan sido llevados al límite que están pidiendo a gritos. De haberlo hecho así, Mercero tendría ahora en su haber, no una película agradable y aceptable, sino mucho más que eso.

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