Testamento vital
La asociación Exit (Salida), creada en el Reino Unido en 1935, fue la primera en defender el derecho a morir con dignidad. Su nombre actual es Voluntary Euthanasia Society (VES). Siguió a ésta la Euthanasia Society of America, que ha luchado desde 1938 para que se incluyera el "derecho a morir" en la Declaración Universal de Derechos Humanos. El abogado de Chicago Lius Kutner fue el primero en sugerir el living will (testamento vital), documento donde el firmante puede establecer su deseo de rechazar la prolongación artificial de su vida, y del que se han distribuido más de 1,5 millones de ejemplares.
A partir de los años setenta, otros países de todo el mundo siguen este ejemplo, y hoy existe una Federación Mundial de Sociedades para el Derecho a Morir. En España ha sido creada también una Asociación por el Derecho a Morir Dignamente (DMD), legalizada desde diciembre de 1984 y presidida por Miguel Ángel Lerma, que cuenta con unos 200 socios.
Uno de los aspectos más debatidos con respecto a la eutanasia es si es ilícito cortar la alimentación de las personas que no quieren prolongar artificialmente su vida. Paul Brophy había sido bombero en Massachusetts (EE UU). Cayó enfermo en 1983, a consecuencia de un aneurisma cerebral. Los médicos juzgaron que estaba en un estado vegetativo. Antes de su enfermedad, Brophy había dicho que de ninguna manera aceptaría vivir en estado de coma. Respetando sus deseos, su esposa, Patricia, pidió al hospital que desconectaran los tubos que le alimentaban. Los médicos arguyeron razones éticas, y ella acudió a los tribunales. En septiembre de 1986, la corte de Massachusetts se pronunció a favor de que le fuera retirado el suero. Ocho días después, Brophy murió.
Se estima que unos 10.000 norteamericanos solicitan que se les retiren los tubos alimenticios, colocados directamente en el estómago o a través de las fosas nasales. Otros tribunales, como el de Colorado, han aceptado esas solicitudes.
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