Un principio de democracia en Panamá

Cada vez existen en Panamá más oportunidades de librarse del corrupto hombre fuerte y dirigirse hacia la democracia sin demasiada dificultad. La Administración de Reagan parece entender, correctamente, que el actual Gobierno militar socava más que apuntala la estabilidad de Panamá. Incluso el dictador panameño, general Manuel Noriega, se ha dado cuenta hace unas semanas de que se tiene que ir. La cuestión es cómo hacerle cumplir esta promesa de abandonar.Los cargos acumulados por corrupción, violencia y fraude por Noriega y sus seguidores se han cobrado su tributo. En una encuesta realizada recientemente, el 75% de los panameños no quiere que permanezca. La economía también va peor cada día y necesita atención urgentemente. Es difícil imaginar que vuelva a instaurarse un clima de confianza a menos que Noriega abandone su posición. Mientras tanto, hoy Washington tiene que aprender una lección. Durante mucho tiempo, EE UU pensó en las fuerzas armadas panameñas como una garantía de estabilidad. Cuando la Administración finalmente decidió que las alternativas democráticas eran mejores, el Departamento de Estado tuvo que sobrecompensar su actuación anterior.Noriega, finalmente, puede hacer algo constructivo por Panamá y ayudarse a sí mismo, mientras es útil todavía. La Administración de Reagan puede ayudar facilitándole la salida. 28 de enero