Laura Palomo

Laura Palomo, un ama de casa de 52 años que desde hace 20 vive en Barcelona, se convirtió hace algunos meses en historiadora. Su primera obra publicada es el libro autobiográfico titulado Adiós, tristeza, en el que explica la historia de su familia y de su pueblo, La Nava de Santiago, en la provincia de Badajoz, durante el período de la guerra civil y de la posguerra. Ahora prepara un nuevo libro de relatos, aunque asegura que lo suyo, en el fondo, no es escribir, sino cuidar de la casa, el marido, sus tres hijos y sus animales.

El recuerdo más lejano son aquellas visitas a la prisión de Madrid donde se encontraba encarcelado su padre, un veterano militante socialista que durante la guerra civil llevó los galones de comandante del Ejército republicano. Laura Palomo explica que una mañana que acudió con su madre y su hermana a la puerta de la prisión un funcionario les vetó el paso asegurando que al detenido se le había "dado de baja". Ante su incredulidad, el funcionario acabó mostrándose más explícito y les explicó con crudeza que su padre había sido fusilado aquella misma mañana.A la edad de ocho años, tras este suceso, Laura Palomo ¡nició un largo peregrinaje con sus familiares, su madre y su hermana por diferentes ciudades y pueblos de España buscando trabajo o asistencia médica para hacer frente a una incipiente tuberculosis. Las autoridades locales no les dejaban regresar a su pueblo natal ni ocupar su antigua casa, que fue confiscada para convertirla en sede de la Falange.

Laura Palomo acabó insta lándose en Cataluña en 1956 pocos meses después de la celebración del Congreso Eucarístico, adonde llegó arrastrada por la oleada de inmigrantes que huía del hambre. Desde entonces esta mujer ha vivido y ha trabajado en Barcelona y, aunque no se considera catalana, asegura encontrarse "plenamente integrada".

Tuvo el primer contacto con la literatura en un sanatorio antituberculoso de Ávila, pero no empezó a escribir en serio hasta hace aproximadamente 12 años, cuando, junto con su marido y sus hijos, vivía en Santa Coloma de Gramenet, en el cinturón industrial de Barcelona. Desde entonces Laura no ha dejado ni un solo momento de leer lo que ella califica "la buena literatura".

Su primer libro lo guardó en un cajón y no se decidió.a publicarlo hasta hace unos pocos meses, cuando el alcalde de Santa Coloma de Gramenet, el cura comunista Lluís Hernández, lo leyó y le animó a llevarlo a la imprenta. Él mismo acabó prologando el texto, al que calificó de crónica humana de la guerra civil española". Ahora Laura prepara un nuevo libro de relatos sobre la vida cotidiana y los animales.

Esta ama de casa asegura que no es una escritora y que entodo caso se siente historiadora de la guerra. Afirma que su verdadero trabajo es cuidar de la casa, el marido, los tres hijos y los animales (una perra y una gata a la que salvó de ser crucificada). En la actualidad, lo que más le preocupa es la suerte de su marido y uno de sus hijos, que trabajaban como operadores cinematográficos en un cine de Barcelona recientemente destruido por un extraño incendio. Tiene miedo a que los dos puedan acabar en la lista del paro.