Quiero felicitarle
por la crítica que el editorial de su periódico del domingo día 17 de enero hizo al reglamento para la prestación social sustitutoria, aprobado por el Consejo de Ministros. El Movimiento Cristianos por la Paz comparte esas opiniones y mani fiesta su apoyo al Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC) y a cuantos colectivos y asocia ciones se unen para hacer deso bediencia civil a dicha ley. Con su puesta en práctica el Gobierno intenta que la objeción de conciencia sea un acto puramente testimonial, que no modifique el modelo social. La ley de objeción de conciencia es tan mala y pone tantas trabas, dificultades, castigos y límites a los objetores, que sitúa a éstos en un callejón sin salida.Con esta ley los objetores ten drán que hacer 18 meses de ser vicio civil, pero nunca les dejarán ser tantos como para cuestionar el creciente armamentismo y la mitificación del modelo defensivo militarista. La ley de objeción de conciencia no favorece, en absoluto, esa concencia histórica que busca crear una nueva cultura de paz. Y es esto último, precisamente, lo que pretende la objeción de conciencia. Hacer los servicios civiles que la ley propone es aceptar unas premisas que definen la objeción como algo negativo, excepcional y peligroso para la sociedad. En este momento es cerrar la puerta a una posible modificación de la ley (que sí lo sería con una desobediencia civil masiva), y acabar con la posibilidad histórica de abrir una vía igualitaria hacia un
Pasa a la página siguiente
Viene de la página anterior
servicio civil digno. Una vez puesta en marcha la ley y desarrollados los servicios civiles sería muy dificil, desde dentro o desde fuera, hacer algo para mejorar la situación. Desde esta visión y siguiendo la estrategia no violenta, cuando una ley es injusta se está moralmente obligado a desobedecerla, a no hacerla practicable. Y en eso están los objetores.- Miguel Ángel Soto Cava.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Pokrovsk y Kupiansk, las batallas en las que Ucrania se juega más que dos ciudades
Un tiroteo masivo en Brown, un físico nuclear y la pista de Reddit: fuga y captura de Claudio Neves Valente
La generación que fue víctima de la dictadura de Pinochet, desolada ante el triunfo de Kast en Chile
Del húngaro Orbán al chileno Kast, con ayuda de Trump: la internacional ultra toma impulso
Lo más visto
- Uno de los promotores de la señal V-16 de tráfico: “Es duro oír el testimonio de víctimas que han sufrido amputaciones al poner los triángulos”
- Más de 40 congresistas demócratas piden por carta a Trump que cese en sus “intentos de socavar la democracia en Brasil”
- Cae una organización que enviaba camiones cargados de cocaína desde Marbella hasta varios países europeos
- La policía registra varios domicilios y las oficinas de la ministra francesa Rachida Dati por otro presunto caso de corrupción
- Manuel Castells, sociólogo: “El mundo está en un proceso de autodestrucción”




























































