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El Partido Demócrata norteamericano sigue sin encontrar su candidato

Francisco G. Basterra

Los demócratas continúan en búsqueda de un líder nacional. Los siete aspirantes, incluido el polémico Gary Hart, a suceder a Ronald Reagan en la Casa Blanca el próximo enero debatieron el viernes por la noche ante la televisión en Des Moines, en el Estado de lowa, sin conseguir proyectar un líder. Hart, que se considera superior a ellos y es más conocido, no logró dominar el debate, pero tampoco lo hizo ninguno de sus seis contendientes.

No hubo ideas nuevas en el esperado debate, ni frases memorables, ni siquiera el enfrentamiento que se esperaba entre Hart y sus rivales. Con la excepción de Bruce Babbitt, que no tiene posibilidad alguna de ganar, ningún candidato ofrece una solución realista para reducir el déficit presupuestario. Aparecen como un buen equipo de tecnócratas -excepto Paul Simon, que defiende el viejo liberalismo del new deal del Partido Demócrata- que se han aprendido bien su papel, con un mensaje muy centrista y pragmático, difícil de distinguir del republicano a veces, y que dominan bien las técnicas de la televisión.El 8 de febrero, los caucuses -votación indirecta- de Iowa ofrecerán la primera prueba importante de popularidad de la campaña presidencial, que, unida a las primarias de New Hampshire, el 16 del mismo mes, dejarán en la cuneta a media docena de los 13 candidatos a la presidencia de los dos partidos. En el campo demócrata, el gobernador de Massachusetts, Michael Dukakis, pretende salir de esta doble elección como el líder más fuerte para enfrentarse en marzo en el Sur, un terreno que no le es favorable, a dos políticos regionales: el reverendo de raza negra Jesse Jackson y el kennediano senador por Tennessee Albert Gore.

No descolgarse

Pero también aspiran a no quedarse descolgados el senador Paul Simon, una repetición ideológica y física de Harry Truman, o el representante Richard Gephardt. Ambos vivieron el año pasado más de 100 días en Iowa cultivando este pequeño Estado, donde una minoría de activistas de cada partido concederá un marchamo importante de credibilidad a un par de candidatos a la presidencia.Las primeras semanas de la campaña presidencial están siendo dominadas, sin embargo, por los ataques mutuos de los dos principales candidatos republicanos, el actual vicepresidente George Bush y el senador Robert Dole. Cualquiera de ellos, según los sondeos, tiene talla presidencial, algo que todavía no han encontrado los demócratas. Bush está en estos momentos 15 puntos por encima de Dole a nivel nacional, pero este último tiene una ligera ventaja. en lowa.

El regreso de Hart a la campaña ha puesto aún más de manifiesto los problemas del Partido Demócrata para encontrar un líder de peso. Esto hace que se hable de una convención abierta, sin favorito, el verano próximo, y la posibilidad de que finalmente el gobernador de Nueva York, Mario Cuomo, sea llamado para "salvar el partido".

Los "enanos" demócratas -como han sido bautizados" no se atrevieron el viernes por la noche, en Des Moines, a atacar muy directamente a Hart. Éste admitió, en tono dramático, que "soy un pecador, y mi religión me enseña que todos somos pecadores. La cuestión es si esto me descafifica para ser presidente de EE UU. Hay otro nivel de moralidad aquí. Esta Administración está éticamente quebrada. Yo nunca mentiré al Congreso, no destruiré documentos ni venderé armas a los terroristas".

Hart, que no mostró tener ideas superiores a las de sus rivales, trató de arrastrar a sus rivales a un debate sobre quién está más preparado para negociar con Mijail Gorbachov. Pero éstos no se dejaron, prefiriendo centrarse en los temas económicos y de educación. Para Hart, que lucha sin dinero y sin organización, unos malos resultados en lowa y en New Hampshire (en este Estado ganó las primarias en 1984) supondrían el final de su turbulenta campaña y de su vida política.

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