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Hipóstasis

Manuel Vicent

En nuestra sociedad, a un hombre sin dinero se le considera un bulto sospechoso. ¿Los pobres tienen alma? He aquí un interrogante teológico. Esta cuestión nunca ha planteado dudas con respecto a los animales. Según la doctrina de la Iglesia, las entrañas de las bestias en el paraíso no obtuvieron el soplo de Dios y gracias a este detalle hoy existen los mataderos públicos, la gente devora chuletas de ternera entre carcajadas y algunas tascas sirven a los filósofos raciones de callos impunemente. Los animales pueden ser apaleados sin culpa o sacrificados por simple diversión, tal vez porque carecen de espíritu, tal vez porque no tienen un duro. En esto se parecen a los pobres. Sólo los caballos ganadores, los canarios que vencen en concurso de flauta o los perros campeones participan de todos los derechos humanos. El dinero ha sustituido al soplo de Dios. Es el nuevo viento de la creación.Una larga disputa bizantina ha atravesado la teología para dilucidar el momento exacto en que el feto del hombre o de la mujer logra cazar un alma. Los escolásticos afirman que esta captura ocurre en el instante mismo de la fecundación. Los científicos dudan, los ginecólogos recetan calcio a las madres desde el principio del embarazo, los juristas hablan de la viabilidad de lo engendrado, pero las comadronas no opinan. Ellas se limitan a sacar por las patas a cada contribuyente y a dejarlo llorando envuelto en grasa en medio de un mundo monetario. No quiero discutir con los tomistas. Me limito a describir lo que veo. El espacio está lleno de espíritus azules y a ras del suelo se mueven de modo frenético los hombres buscando dinero. En el occidente cristiano las almas parecen palomas en el aire alrededor de los bancos y solamente se desploman desde el cielo hasta el interior de un cuerpo cuando descubren que éste ya ha conseguido 50 millones de pesetas. Entonces se inicia la vida. La carne humana es materia. El dinero es la forma sustancial. Mientras esta unión hipostática no se realice uno no dejará nunca de ser considerado un bulto sospechoso.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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