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Marruecos expulsa de sus aguas a los barcos pesqueros de España y Portugal

Marruecos comunicó a la CE, a las cuatro de la tarde del pasado 31 de diciembre, que todos los barcos comunitarios debían abandonar sus aguas antes de las doce de la noche de ese día. El portazo marroquí se produjo sin previo aviso y después de que el jefe de a delegación negociadora en Bruselas, Mohamed Seqqat, secretario de Estado ara las Relaciones con la Comunidad, hubiera anunciado por teléfono que su país estaba de acuerdo con una nueva prórroga de 5 días. Tanto la comisión europea como el Gobierno español fueron cogidos por sorpresa.

La decisión marroquí afecta a los 711 barcos españoles y 25 portugueses que faenan en sus aguas. Los servicios comunitarios han comenzado a estudiar las ayudas de, urgencia a facilitar a los afectados, en un intento de superar la limitación reglamentaria existente, que no prevé ayudas para los pesqueros de menos, de 18 metros de eslora, lo cual dejaría sin cobertura comunitaria a 470 barcos españoles. El Consejo de Ministros español adoptó medidas para el caso de que se produjera el amarre.La comisión europea se reunirá el próximo miércoles para decidir qué tipo de respuesta política dar a Marruecos. Hasta ahora España, con más o menos concesiones, siempre había logrado concluir sus acuerdos pesqueros con Marruecos a tiempo. El último prorrogado hasta fin de año a la espera de un nuevo acuerdo, esta vez negociado por la CE.

Ninguna de las partes da por formalmente rotas las negociaciones, aunque las perspectivas son cada vez más negras y el contencioso amenaza con avivar el resto de los problemas económicos y, políticos hispano-marroquíes. El télex enviado por el ministro de Asuntos Exteriores marroquí, Abdelladif Filali, dice que su país "reanudará las negociaciones tan pronto como las instancias comunitarias le sometan propuestas concretas en el sentido de un acuerdo equilibrado y mutuamente beneficioso".

La primera propuesta de la CE fue un tibio comunicado de la comisaría responsable de Pesca, en el que se dice que, "a la espera de la conclusión de las negociaciones en curso", las actividades pesqueras quedan suspendidas. Su titular, el portugués Antonio Cardoso e Cunha, había optado por estar ausente de Bruselas en esta última negociación de tres días.

Jugar al golf

El director general de pesca de la CE, Eamon Gallagher, eligió estas fechas para ir a jugar al golf en Florida (Estados Unidos). El jefe de gabinete de Cardoso, Eurico Luis Cabral da Fonseca, sólo se hizo notar el día 31 para comunicar a la representación española que los marroquíes aceptaban un nuevo plazo de 15 días para seguir negociando, justo lo contrario de lo que sucedió. Este mismo papel desairado fue el que jugó el director de coordinación pesquera de la CE, Raymond Simonnet, que fue quien presidió esta ronda de negociación.

Simonnet se pasó toda la mañana del día 31 llamando al hotel donde se alojaba el jefe de la delegación marroquí, Mohamed Seqqat. Se le contestó que no se le podía molestar porque "estaba meditando".

Simonnet se ofreció incluso a ir en persona al hotel para intercambiar las cartas de intenciones que legalizaran la "detención del péndulo del reloj". Al fin llegó el telefonazo: habría una nueva oportunidad y el día 12 de enero se negociaría en Rabat. Eran casi las dos de la tarde. Dos horas después, el embajador de Marruecos ante la CE se personó con una copia del télex de Filali. Había que ver las caras cuando comprobaron el ultimátum marroquí.

Posturas encontradas sobre el precio de un caladero

La CE y Marruecos parecían haber acordado el jueves "parar el reloj" durante 15 días para seguir negociando un acuerdo pesquero. España había aceptado a última hora algún recorte sustancial sobre las actuales condiciones de pesca.

El nuevo plazo para negociar obedecía a la insistencia de la Comisión, que quería evitar una ruptura. El Gobierno español estaba dispuesto a no ceder una vez más al regateo marroquí y asumir el coste social y político del amarre de los 711 pesqueros. Se encontró solo contra todos y, transigió.

La oferta final comunitaria estaba separada por un abismo de las exigencias marroquíes. La CE solicitaba un total de 101.737 toneladas de registro bruto de los barcos que faenen en la zona. Esta cantidad permite garantizar las 81.900 toneladas o los 711 barcos actualmente concedidos a España además del cupo portugués y el reparto que se haría entre otros países comunitarios.

Marruecos insiste en un tonelaje de partida de 83.000 toneladas, que quedaría reducido a 50.000 y un total aproximado de 500 barcos para toda la CE en el último de los cuatro años.

La restricciones, justificadas en que sus reservas están amenazadas, son especialmente drásticas en las capturas más rentables: cefalópodos, sardinas, anchoas y gambas. España acepta alguna reducción en las capturas o vedas temporales (hasta un 10% en cefalópodos y un 5% en arrastre), pero se resiste a la disminución del número de barcos. Admite también la inspección marroquí.

La compensación económica a recibir está en el alero. Marruecos pide 111 millones de ECU (15.540 millones de pesetas), al margen de los cánones de los armadores, y la CE ofrece la tercera parte, aunque, en opinión de una fuente comunitaria, esa cantidad sería aumentada sustancialmente, "incluso bajo cuerda, porque no existe presupuesto para ello".

Después de tantos amagos frustrados, la impresión del Gobierno era que sólo colocando a Marruecos y a la CE "frente a la realidad" se podía poner fin a esta cadena de dilaciones. El arma española es que el tratado pesquero forma parte de un paquete que condiciona el desarrollo del acuerdo comercial comunitario marroquí y el protocolo financiero, que prevé ayudas de 45.360 millones de pesetas para el país magrebí.

Por su parte, España necesita el acuerdo, porque de lo que se captura en ese riquísimo caladero dependen 150.000 personas. "Para Canarias es el ser o no ser", declaró el director general de Pesca de este Gobierno autonómico, presente en Bruselas, quien añadió que, gracias a "créditos españoles que no se devuelven, la flota marroquí de arrastreros y congeladores de cefalópodos ha pasado de 10 a 195 barcos en los últimos cuatro años". En este mismo período, la flota española en la zona se ha visto reducida en un 40%.

Para hacer de Marruecos un socio comercial estable y congelar la presión sobre Ceuta y Melilla, España ha ofrecido un acuerdo bilateral de financiación y una solución para el tránsito por nuestro suelo de las exportaciones marroquíes hacia el resto de Europa.

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