Un mundo personal propio
El gran problema con Tete Montoliu (el nuestro, no el suyo) es que por aquí le tenemos todos demasiado asimilado. Le conocemos, le apreciamos, sabemos lo que vale e, incluso, nos enorgullecemos de él pero, como cosa cotidana, no le concedemos ninguna importancia a su trabajo, Si un concierto como el que Tete ofreció en Sant Cugat lo hubiese realizado algún pianista nacido en Detroit o Nueva York se hubiesen organizado peregrinaciones y el eco perduraría durante semanas, pero llamarse Vicenç Montoliu i Massana y haber nacido y seguir viviendo en la barcelonesa calle de Muntaner no es una buena tarjeta de presentación en este país, más bien se trata de una condena al ostracismo de lujo.Reconocer que Tete es uno de los grandes pianistas del jazz actual es una cosa pero de eso a seguir su trayectoria y asistir a sus conciertos va un trecho demasiado largo.
Tete Montoliu Trío
Tete Montoliu, piano; Horacio Fumero, contrabajo, y Peer Wyboris, batería. Be Bop, Sant Cugat del Vallès (Barcelona), 27 de diciembre.
Montoliu arrastra oleadas de aficionados en los cuatro puntos del globo, este comentarista ha podido comprobarlo en diferentes ocasiones y en lugares tan distantes como Bilbao, París o Nueva York, pero en Barcelona y sus alrededores Tete es algo demasiado casero y entrañable como para dedicarle un poco de nuestro preciado tiempo. Y lo peor (lo mejor, en realidad) es que un concierto de Montoliu nunca es igual a un concierto de Montoliu y que podrían seguirse todos sin miedo a caer en la repetición o el aburrimiento.
Tete tocó el pasado domingo en el encantador Be Bop de Sant Cugat y no se produjeron ni aglomeraciones ni avalanchas en la entrada. Y deberían haberse producido porque el concierto fue de los que quedan en el recuerdo.
Tete está en una forma encomiable; con cada día que pasa su música gana en profundidad y sensibilidad sin perder ni un ápice de su despliegue rítmico y su atractiva capacidad para crear melodías. Horadio y Peer han dejado de ser dos fieles servidores para convertirse en pilares sólidos y necesarios que permiten al pianista lanzarse a la aventura confortablemente respaldado.
Mundo propio
Hace ya muchos años que Tete ha creado un mundo musical propio, personal y reconocible desde los primeros acordes, ahora su evolución imparable se centra en la exploración de los innumerables vericuetos de ese mundo onírico para enlazar sorpresa con sorpresa.Y Thelonious Monk (coherente y lógica elección) tiene parte de la responsabilidad, el pianista barcelonés visita el universo monkiano con respeto y admiración pero también con la decisión del que sabe tomar lo mejoir de lo ajeno para construir su propio entramado poético-musical.
El resultado sólo merece superlativos pero se nos tildaría de chauvinistas y amiguistas, dejemos que vuelvan a ser los norteamericanos, italianos o japoneses los que nos repitan machaconamente lo bueno que es Tete, a lo mejor al final alguien abre los ojos y acaba aceptándolo.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.