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Las cestas de la discordia

Unas pistas de baloncesto enfrentan a un cura y a un club deportivo de un barrio barcelonés

Francesc Valls

El conflicto que enfrenta al párroco y al consejo parroquial de Santa Eulália de Vilapiscina, en el barrio barcelonés de Sant Andreu, con una veintena de equipos de baloncesto parece confirmar que la época en que la Iglesia actuaba como sustituta del Estado providencia toca a su fin. El club deportivo ocupa desde hace más de 30 años los terrenos traseros -convertidos en dos pistas deportivas- de la parroquia, ahora objeto de discordia, ya que en una de las pistas el consejo parroquial quiere ubicar un centro para jóvenes.

El párroco, Miquel Bada, opina que la Iglesia debe dejar de hacer un papel que corresponde a la Administración y ha de dedicarse a la labor pastoral. No faltan matices trágicos en esta historia, que ha generado in comprensiones e incluso amenazas de muerte contra el sacerdote, así como rotura de cristales del edificio rectoral. La solución vendrá de la mano del Juzgado de Instrucción número 17 de Barcelona, que determinará si procede o no el de sahucio de los deportistas.Los responsables de la Secció Esportiva Santa Eulália (SESE) no quieren ceder en lo que consideran derechos adquiridos a lo largo de una treintena de años, mientras que el párroco afirma que los locales son de la Iglesia y, por tanto puede disponer de ellos.

Según Bada, la historia comenzó en octubre de 1986 cuando, debido al mal estado en que se encontraba el actual centro parroquial -en cuyas actividades participan unos 500 niños-, decidió vender el solar donde se ubicaba y construir un nuevo centro en la parte posterior del templo. Precisamente allí se encuentran las dos pistas de baloncesto, una de las cuales debería desaparecer.

La asamblea de socios de SESE, que: utiliza las pistas y las alquila a terceros, se negó a aceptar esta propuesta. Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, Miquel Bada remitió una carta al presidente de SESE el mes de mayo, en la que le conminaba a que su asociación dejara de utilizar las pistas. Para SESE, el párroco ha actuado de mala fe. Bada considera que siempre ha estado abierto al diálogo, sobre la base de que los terrenos pertenecen al templo.

La última oferta de la parroquia fue que las pistas pudieran ser utilizadas tal como se encuentran en la actualidad hasta 1989, pero para ello los directivos de la SESE debían suscribir un compromiso ante el juez Éstos se niegan mientras el Ayuntamiento no les garantice por escrito que podrán contar con canchas en 1989, según Juli Calaf, presidente de SESE.

La SESE cuenta con unos 400 socios, que practican el baloncesto y constituyen diversos equipos, uno de ellos en Segunda División. "Con el anterior rector, teníamos un acuerdo: nosotros pagábamos la electricidad de la parroquia y otros gastos y ellos nos cedían las pistas", explican los asociados.

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Sin embargo, con la llegada de mosén Bada las cosas cambiaron. Él quiso que las instalaciones fueran para la utilización pastoral y decidió que los recibos correspondientes al suministro eléctrico correrían a cargo de la propia parroquia.

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