Porras y metralletas
La represión israelí se cobra cuatro nuevas víctimas palestinas en Gaza y Jerusalén
ENVIADO ESPECIALPalos de madera de unos 70 centímetros de longitud y metralletas de fabricación norteamericana constituyen el equipo básico antidisturbios de los soldados israelíes que desde hace 10 días se enfrentan a manifestaciones palestinas en los territorios ocupados de Jerusalén este, Gaza y Cisjordania. En esas circunstancias prosigue la carnicería. Cuatro palestinos murieron ayer durante la dispersión de manifestaciones, tres a causa de disparos y uno de una crisis cardiaca, según fuentes palestinas de Jerusalén. Los portavoces del Ejército israelí confirmaron la existencia de dos muertos y de una decena de heridos.
Al mediodía de ayer, la ciudad vieja de Jerusalén helaba el alma. Ya en la puerta de Damasco, decenas de soldados israelíes, con uniformes y boinas verdes, cascos a la cintura, se paseaban con largas porras de madera y fusiles ametralladores M-16. En algunas culatas se abrazaban pegatinas con las banderas de Estados Unidos y del Estado hebreo.Un río de palestinos entraba por la puerta de Damasco en el viejo Jerusalén y se dirigía a pasos rápidos hacia la explanada del templo. Iban a las oraciones del viernes en las allí situadas mezquitas de La Roca y El Aqsa, el tercer lugar santo del islam, después de La Meca y Medina. Las mujeres llevaban todas velos inmaculados de colores claros; muchos de los hombres, kefies.
La tensión en el viejo Jerusalén se cortaba en rodajas como un papel de fumar. Las autoridades israelíes preveían disturbios tras la oración del viernes y, entre otras medidas, habían impedido el acceso a Jerusalén de los habitantes de Cisjordania y Gaza.
Mientras cientos de: judíos ultraortodoxos, sombreros, gabanes y pantalones negros, largas barbas, oraban frente al último resto en pie del templo bíblico de Salomón, un innombrable contingente de soldados ensayaba megáfonos, cascos y caretas antigás. Estaban reforzados por un número muy inferior de policías en azul, éstos sí, provistos del material antidisturbios convencional: granadas lacrimógenas y tanquetas de agua.
El despliegue israelí era terriblemente disuasorio, pero no impidió que, al término de la ceremonia religiosa en las mezquitas, varios cientos de los 10.000 fieles asistentes intentaran manifestarse. La mayoría de los gritos iban dirigidos contra el general israelí Ariel Sharon, artífice de la invasión de Líbano en 1982 y en la actualidad ministro de Comercio e Industria. El pasado martes, Sharon inauguró a bombo y platillo un apartamento en el corazón del barrio árabe del viejo Jerusalén.
Bastonazos y una lluvia de granadas lacrimógenas bastaron para dispersar a los manifestantes. Un palestino de 70 años sufrió una crisis cardiaca en la misma explanada del monte del templo. Fue la primera víctima mortal de la jornada.
La Prensa israelí califica los actuales sucesos de auténtica insurrección popular y no ahorra sus críticas a la política de avestruz del Gobierno de coalición. No sólo el derechista primer ministro, Isaac Shamir, recibe comentarios negativos, sino también los ministros laboristas Simón Peres e Isaac Rabin.
Excepción hecha de la Prensa y de la minoría pacifista, los israelíes, Gobierno y opinión pública, confundidos, siguen sosteniendo la actuación de sus tropas.
Más preocupación les causa el desprestigio internacional provocado por las imágenes de jóvenes palestinos luchando con piedras contra la mejor máquina de guerra del mundo. En particular, los israelíes están inquietos por su imagen en Estados Unidos, su principal aliado.
Un nuevo Soweto
Para evitarse problemas de conciencia, los israelíes esperan desde hace varios días que el movimiento de protesta pierda su aliento. La jornada del jueves, relativamente tranquila, les dio un cierto respiro, pero la de ayer truncó de nuevo sus esperanzas.La violencia y la muerte no alcanzaron tan sólo a Jerusalén, sino que continuaron en Gaza, una región llamada ya el Soweto de Oriente Próximo, donde jóvenes de corta edad son la vanguardia del actual movimiento palestino.
Tres jóvenes murieron ayer en Gaza a causa de los disparos de los soldados, cuando al término de sus oraciones en las mezquitas de la zona numerosas personas intentaron manifestarse, según fuentes palestinas de Jerusalén. Los portavoces del Ejército israelí confirmaron sólo el violento fallecimiento de dos manifestantes.
La duración y la intensidad de los enfrentamientos entre los palestinos y los ocupantes israelíes han recordado la persistencia de un conflicto que la guerra del Golfo había relegado a segundo plano.
La extrema juventud de los manifestantes y la combinación de consignas en favor de la Organización para la Liberación de Palestina y su líder, Yasir Arafat, y de muchas otras de contenido islámico, son los nuevos factores.
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