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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El voto coreano

POR PRIMERA vez en su historia, los ciudadanos de Corea del Sur han podido expresar libremente en las urnas sus opciones políticas. Una participación del 90% atestigua la voluntad democrática del pueblo, voluntad que ya se había manifestado en las gigantescas manifestaciones de la primavera pasada, que cuartearon el régimen militar, imponiendo un cambio político que ha tenido su expresión más decisiva, hasta ahora, en las elecciones del 16 de diciembre.Las elecciones han sido ganadas por el general Roh Tae Woo, candidato del partido gubernamental y protaganista, en junio pasado, de una sorprendente iniciativa gracias a la cual el Gobierno aceptó las principales exigencias de las fuerzas democráticas, pactó con la oposición una reforma constitucional y convocó las elecciones para la presidencia de la República. El general Roh ha sido íntimo colaborador del general Chun Doo Hwan, el actual presidente, y tomó parte en el golpe militar que dio el poder a éste en 1980. Su elección entraña cierta continuidad con el régimen anterior, culpable de reiteradas violaciones de los principios democráticos. La maniobra de Roh, con su viraje hacia la democracia en junio pasado, ha sido rentable: ha sido votado por los partidarios del autoritarismo, pero además, otra parte de la población ha visto en él la mejor solución para que el retorno a la democracia se haga en orden, con pocos cambios y evitando el peligro de choques entre un aparato, militar y los sectores radicalizados que aspiran a transformaciones profundas.

Las falsificaciones han sido graves en el curso de las elecciones. No sólo las han denunciado los partidos derrotados, sino instituciones menos comprometidas, incluso voces de la Iglesia católica. Teniendo en cuenta que sigue el aparato estatal de la dictadura, las trampas han podido alcanzar serias proporciones. Pero no parece serio decir que son la causa del éxito de Roh. Las diferencias de los votos son demasiado amplias. En realidad, lo que se desprende de los resultados es que la victoria ha sido regalada a Roh por los dos partidos de la oposición democrática, encabezados respectivamente por los candidatos Kim Young Sam y Kim Dae Jung. Los votos que han recibido los dos Kim superan ampliamente el 50%, mientras los de Roh no alcanzan el 40%.

Hay en este hecho un elemento dramático: dos hombres que lucharon juntos por conquistar la libertad no logran concertarse cuando llega la hora de materializar esa conquista. Sin embargo, las diferencias entre ellos son infinitamente inferiores de las que les separan, a uno y a otro, de lo que representa el general Roh. Con su desacuerdo le dan la victoria, desbaratando, al menos en parte, una conquista que había costado años de esfuerzos y sacrificios.

La consecuencia de esta elección puede ser compleja. La tendencia, fruto de la frustración, a centrar la atención en las falsificaciones, para descalificar la elección, puede tener efectos de agitación, pero no abre una perspectiva de consolidación de la democracia. Dentro de unos meses tendrán lugar las elecciones parlamentarias, de las que saldrá probablemente una Cámara con mayoría de los partidos derrotados en las presidenciales. Será un momento importante, ya que la actual Constitución ha recortado los poderes presidenciales y reforzado los del Parlamento. Cabe esperar que los partidos democráticos saquen una lección de unidad del fracaso sufrido.

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