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Crítica:ZARZUELA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Chueca y Valverde, un siglo después

En su segundo programa zarzuelístico de la temporada, el Teatro Lírico Nacional mantiene La Revoltosa, de Chapí, y sustituye El dúo de la Africana por El año pasado por agua, de Ricargo de la Vega, Chueca y Valverde, siempre bajo la dirección artística de José Luis Alonso.Estrenada en el Apolo el 1 de marzo de 1889, El año pasado por agua vuelve al estilo arrevistado de La Gran Vía, con cuya música, también de Chueca, tiene no pocas connotaciones y hasta recordaciones. De esta pieza quedó, en las bandas, las orquestas y los organillos, la célebre mazurca de los paraguas que cantaba, con Julio Ruiz, nada menos que la que luego sería célebre dramática Leocadia Alba.

La chispa popular de Chueca y Valverde y el tino sainetero de Ricardo de la Vega constituyen una de las más logradas herencias dejadas por el género chico, pues se trata de un casifolclor ciudadano que en ocasiones cita el folclor auténtico.

El año pasado por agua

Ricardo de la Vega / Enrique Gil de la Vega, Chueca y Valverde. Escenarios y figurines: Julio Galán. Coreografía: Alberto Masulli. Coro: José Perera. Dirección musical: Miguel Roa. Dirección escénica: José Luis Alonso. Teatro de la Zarzuela, 6 de diciembre.

Para su reposición en la Zarzuela, Enrique Gil de la Vega -el gran crítico deportivo que empezó siendo crítico musical- ha revisado el libreto y, de acuerdo con José Luis Alonso, han añadido a la partitura otros números de Chueca: La canción de la Lola, con el Capotín y el No me mates, que Manuel de Falla emplearía en El sombrero de tres picos; un chotis de En cuanto que oigo el organillo, de Los arrastraos; el delicioso trozo de Las cigarreras, de otra revista de Chueca, la titulada De Madrid a París; los cuplés del Chavito, de Las zapatillas, y La bombilla, de Luces y sombras.

Se da pie así a un espectáculo más interesante y rico, en cuyo montaje José Luis Alonso ha logrado algo muy difícil: conservar la autenticidad de la época y servir los gustos de ahora, incluidos los posmodernistas, que, según anota Andrés Amorós en su breve escrito Nuestro género grande, gustan del género de nuestros padres y abuelos.

Muy bien llevada musicalmente por Miguel Roa, con deliciosos escenarios ingenuistas y unos muy graciosos figurines de Julio Galán, la obra estuvo bien cantada, danzada y mimada. Enrique del Portal, Paloma Pérez-Íñigo, Rafael Castejón, José María Pou, Alfonso del Real y Vicky Lusson encabezaron el y obtuvieron para la zarzuela, en el teatro que lleva su nombre y guarda parte de su historia, un éxito notable. La resurrección de la deliciosa muestra de nuestro mejor teatro lírico popular me parece un acierto, y el público opinó del mismop modo, a juzgar por sus largas ovaciones

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