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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un solista con futuro

López Cobos ha proseguido en su segundo concierto de la temporada con otro programa monográfico dedicado, después de Mozart, a Beethoven, y de él se han programado dos obras cumbres, como el Cuarteto opus 131 y el Cuarto concierto para piano, junto a otra de mucha menos entidad, La fantasía para piano, coro y orquesta, cerrando una sesión a modo de concesión a la galería, es decir, con toda la artillería.No había hecho falta, pues el mínimo difícil Cuarteto bien hubiera podido cerrar el acto con éxito pleno. López Cobos continúa obteniendo, tras la pasada interpretación de la Sinfonía Júpiter, de Mozart, los mejores rendimientos brindados por la orquesta hasta la fecha. Hubo empaste en la versión ampliada para las cinco docenas de instrumentistas de cuerda del citado Cuarteto, claridad y transparencia, a pesar de no ser esta sección punto fuerte de la ONE, lo que viene a incrementar los méritos de una interpretación que respondió a la desolada inspiración de las fugas entrecortadas de sendos adagios, al infrenable júbilo del presto y a la vigorosa batalla instrumental, por no citar la coherencia en el planteamiento de a cima de la obra: las soberbias variaciones del andante central, Otra cosa es que la auténtica grandeza del Cuarteto, que tanto admiró a Wagner, quede enmascarada por la grandeza de una agrupación ampliada.

Obras de Beethoyen

Orquesta y Coro Nacionales de EspañaDirector: Jesús López Cobos, José María Pinzolas, piano. Madrid, teatro Real, 27 de noviembre.

Reaparición

La reaparición del pianista José María Pinzolas, que había dejado una extraordinaria impresión en un no lejano Tercer concierto, de "Beethoven, era esperada con interés máxime por el atrevimiento de abordar el más difícil de los conciertos del compositor.Difícil técnicamente, pero sobre todo musicalmente. Pocos pianistas han acertado plenamente en él. Rubinstein no acabó de redondearlo, Barenhoim siempre tocó a la perfección el andante pero no siempre pudo responder en todo el rondó, por citar sólo a dos grandes. Esto último es lo que exactamente requiere la obra, y supone un elogio para el cacereño el haber salido airoso del empeño, aunque en su versión, planteada con equilibrio y un buen criterio global, se valorase más la precisión y la pulcritud -incluso al resolver el ataque del rondó- que la profundidad poética. Más a su aire y con menos cohibimiento interpretó su parte en La fantasía, una obra de compromiso del autor, que cerró el concierto en clima de apoteosis. Triunfo para el coro, para la orquesta, director y un solista de los de más brillante futuro en el panorama español.

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