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Una crónica sonriente de la diáspora

André Kaminski propone para la novela, claridad, humor y amor al personaje

André Kaminski era un joven profesor suizo de historia agraria cuando un día de 1950 vio en clase a su padre. Le preguntó luego qué le había parecido. "Bien, muy bien", le dijo. "Nunca me he aburrido tanto. Hay 50 millones de cadáveres en Europa y tú pierdes el tiempo hablando de mierda de vaca". Kaminski dejó todo y se fue a Polonia para colaborar en su reconstrucción, hasta 1968, cuando fue expulsado como disidente. Esa es sólo una de las historias en la vida de Kaminski, autor a los 61 años de una sonriente crónica de la diáspora judía durante el siglo XIX, traducida a 11 idiomas y de considerable éxito en Alemania e Italia: El año que viene en Jerusalén, editado por Alfaguara.

Antes de convertirse en disidente, Kaminski, que trabajaba como dramaturgo en Polonia, escribió una obra de teatro de gran éxito y al Gobierno no le quedó "más remedio", dice, "que intentar silenciarme con un gran preinio". Como el premio no estaba muy bien dotado, le dijeron que pidiera un privilegio, y él pidió permiso y dinero para marchar a África. Le dieron 100 dólares, y así, acompañado de una novia, hizo auto stop hasta Algeciras. Pasó dos años en Marruecos, tres en Argelia y uno en Guinea, todos ellos enseñando a jóvenes africanos dirección de cine.Años después Kaminski fue expulsado de Polonia, y sólo le permitieron marchar a Israel, para poder demostrar que yo era cómplice de la conspiración sionista". Se marchó de Israel, pese a gustarle, porque no podía soportar el odio entre árabes y judíos. Un hijo suyo se llama Ahmed, nombre árabe, en honor a su padrino argelino.

Antes Kaminski ha dicho que su vida ha estado dedicada a la "persecución de chicas". La descripción de esas persecuciones parece poner nerviosas a dos ejecutivas de la editorial que le escoltan en Madrid; cruzan y descruzan las piernas. Pero no es cierto, como se ve. También persigue ideas. "Persigo en las chicas algo que no entiendo. Busco misterios e ideas".

La novela de Kaminski cuenta la historia de dos familias judías en la Europa central anterior a la Gran Guerra, y es en apariencia una crónica sonriente de sus vicisitudes, que se aprietan a razón de varias por página. El libro ha tenido un éxito particular en la República Federal de Alemania, donde el prestigioso Frankfúrter Allgemeine Zeitung subrayó, en una extensa crónica, la publicación de un libro "judío" que no aludiese al holocausto.

Para Kaminski el éxito de su libro se debe a tres causas: se entiende, y eso es raro en la novela contemporánea; es divertido y el narrador no parece considerar esa circunstancia pecaminosa; y se nota que el autor ama a sus personajes. Y aquí Kaminski cuenta la historia -cuenta historias para todo, Kaminski- de Venus Madrid, un español alum no suyo en una escuela de artes que un día le fue con el problema de que no podía continuar con un guión porque había terminado por comprender al personaje malo, y ya no podía seguir cre yéndose esa maldad.

"Los judíos son el prototipo de la humanidad", dice Kaminski. "Cuando Dios creó el mundo empezó por los judíos. Luego vio los defectos, quiso corregir pero ya era demasiado tarde".

El escritor ha meditado en las razones por las cuales su libro ha gustado en Alemania, donde lle va vendidos unos 90.000 ejem plares. "Durante muchos años los alemanes nos persiguieron con odio, y ahora nos admiran Estamos in. Ambos extremos son peligrosos. Pero casi todos los asesinos han muerto, y sus hijos no son responsables de lo que ocurrió; sí lo son del futuro, de que el fascismo no pueda rena cer. Entiendo que no quieran oír hablar del Holocausto".

Literatura sobre un volcán

Quizá exista en la novela de Kaminsi algún rasgo de lo que se ha dado en llamar realismo fantástico, frecuente en la narrativa latinoamericana. Uno de los personajes, por ejemplo, nace circunciso. "¿Fantástico dice usted? ¿Quiere que me baje los pantalones?". Las dos ejecutivas de la editorial descruzan las piernas, las vuelven a cruzar, y miran por la ventana. Kaminski cambia de tercio con rapidez de torero y matiza. La literatura judía se parece a la latinoamericana en que ambas se sientan sobre un volcán, explica. La latinoamericana por razones políticas y sociales evidentes. La judía, por lo mismo, y ello afecta también a los judíos norteamericanos. "Estados Unidos es un país podrido por nacionalismos de muy diverso tipo y los judíos ocupan allí pos¡ciones importantes", dice. Obvia la explicación de que con frecuencia el poder de los judíos y el nacionalismo de los países donde vivían ha conducido a progroms y persecuciones. "Me alegro de que exista Israel", concluye.

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