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"¿Hay coronas?"

Nadie sabe muy bien lo que hizo el vagabundo José Antonio Cantó durante muchos años. Él comentaba a quien quería oírle que había estado en la Legión y en la cárcel. "Cuando tenía 34 años, la policía le llevó a casa de su verdadera madre, Juana Luque, que entonces vivía en Málaga. Desde entonces, aparecía cuando tenía hambre y luego se marchaba durante meses", dice una cuñada.Hace tres meses, Cantó llegó a Barbate (Cádiz), donde Juana Luque reside con sus hijos José y Antonio, habidos de un segundo matrimonio contraído tras la desaparición de su primer esposo, que se supone murió durante un tiroteo con la Guardia Civil. Usaba muletas y tenía el cuerpo lleno de costurones, fruto de las 14 Puñaladas que le había asestado un atracador, según relató a su familia. Comió, descansó y se volvió a marchar una vez más.

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Cantó vivía desde hace un par de meses en un local en construcción cercano al hospital malagueño Carlos Haya. Los vecinos de la zona le llamaban el loco porque hablaba con los árboles y se tendía en la acera completamente desnudo. Pero jamás se emborrachó ni molestó a nadie.

"A veces se ponía intratable. Amenazaba a su madre con cortarle el cuello y cosas así. Pero nunca nos maltrató a ninguno de la familia", recuerda la cuñada del vagabundo, cuyo cadáver fue enterrado el pasado sábado en Barbate en presencia de sus escasos familiares. El sepulturero puso una involuntaria nota de sarcasmo cuando preguntó a los deudos: "¿Hay coronas?".

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