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Mucha especulación, poco empleo

La especulación inmobiliaria ha alcanzado en Marbella y en Estepona cotas sorprendentes. Los anuncios de ventas ofrecen apetecibles casas y chalés por precios cercanos a los 100 millones de pesetas, apartamentos valorados en 200 millones y villas que no se venden por menos de 500 millones, aunque en el catastro municipal figuren como compradas pocos años antes por cantidades inferiores a los 20 millones. Ingleses, árabes y alemanes son los principales inversionistas de la costa, y actualmente los japoneses han comenzado a tantear la posibilidad de montar aquí sus propias urbanizaciones. Son grandes inversionistas que por lo general, no son vecinos conocidos.Quienes realmente contro lan la economía local no aparecen nunca en las revistas del corazón ni se sabe dónde viven. Magnates como Adnam Kashogui o el propio Raymond Nakachian dan publicidad, pero nada más. No han creado ni un sólo empleo entre la población local, aparte del cocinero o el jardinero, y eso cuando no se los traen ellos mismos de sus países.

Paradójicamente, la enorme cantidad de dinero en juego se presenta como el mejor argumento de fondo para defender la supervivencia de la economía de la costa, según señalaba a este periódico un hotelero. Razonamiento muy similar al de un taxista: "Marbella es un gancho demasiado goloso como para que la gente se vaya. El sol, el clima que se disfruta aquí, la infraestructura ya creada es demasiado importante como para que se vayan. El que se vaya, pierde el sitio, y luego lo larnentará".

Para el alcalde de Marbella, el socialista Alfonso Cañas, los principales inversíonistas en su municipio son ciudadanos ingleses, "gente seria que no huye a la desbandada".

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