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LOS LÍMITES DE LA 'PERESTROIKA'

'Opiniones autorizadas'

El testamento político de Boris Eltsin

Pilar Bonet

Los aduladores "vuelven a cantar loas y a exagerar los méritos de alguien, y todo se perderá si un dirigente pica en tal anzuelo". Son palabras de Boris Eltsin, el hombre que creyó firmemente en la perestroika y que ha sido cesado por "los grandes fallos" cometidos en la dirección de la organización del partido en Moscú. No son palabras sigilosamente filtradas de una reunión cerrada y secreta, sino publicadas en castellano en un reciente folleto divulgador de la perestroika dedicado a Eltsin y editado por la agencia de prensa Novosti en una serie titulada Opiniones autorizadas.

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"Aceleramos la reestructuración. Los moscovitas apoyan la apertura". Son el título y el subtítulo de la publicación llegada a manos de los corresponsales y que puede leerse ya como un testamento político del dirigente acusado de errores no explicados. Eltsin pensaba que las divergencias en el PCUS podían expresarse en voz alta. ¿Ha sido ese uno de sus errores?. "Durante largos años", decía, "los burós de muchos organismos dirigentes se integraron según un principio falso: por ser una colectividad de correligionario s han de pensar y hablar como el presidente de la mesa. El presidente dicta en vez de orientar, los demás guardan silencio o le hacen coro. No hay pensamiento colectivo ni comparación de los puntos de vista, ni auténtica camaradería partidista"."Si el presidente es incapaz de crear un ambiente en el que se pueda expresar, con tranquilidad y sin temores posteriores, un punto de vista distinto, no habrá dirección colegiada en el organismo que éste dirija". Eltsin se expresó por lo visto sin temores en el pleno del comité central del 21 de octubre, donde acusó a Egor Ligachov, el responsable de ideología, de interferir en su trabajo y se mostró decepcionado por el ritmo de la perestroika.

Opiniones divergentes

Refiriéndose al trabajo en el comité municipal del Partido, Eltsin decía que "no siempre coinciden los pareceres de los camaradas con el mío, circunstancia que me permite comprar las alternativas y elegir la óptima. Aún veo que cuando alguien quiere hacerme una objeción, levanta con dificultad la mano. Pero en común superaremos estas dificultades". El comité municipal del partido en presencia de Mijail Gorbachov y de Egor Ligachov ha decidido por lo visto superarlas sin Eltsin."El ceremonial del Partido7, "la pompa", "tienen profundas raíces" y en el "ritualismo" muchos dirigentes últimamente "dejaron a la zaga incluso a los eclesiásticos", afirmaba. "Saben cuando hay que aplaudir, dónde y qué palabras pronunciar, cómo recibir al jefe y cómo decorar un acto. Se trata de inventos hechos por astutos aduladores que procuran mantenerse a flote".

La crítica al culto de la personalidad y la defensa de la modestia, así como la lucha contra los privilegios heredados por la clase política, son defendidos por Eltsin en este folleto de 31 páginas. "Debemos ser implacables ante todo con nosotros mismos y exigentes para con otros", decía el hombre que en febrero de 1986, durante el 272 Congreso del PCUS no cayó en la tentación de trazar una línea divisoria entre el pasado brezneviano y el presente de Gorbachov, sino que criticó "la falta de valor y experiencia política", que impedía en 1981 decir lo que se dijo en 1986.

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"Uno puede equivocarse cuando no está de acuerdo, pero lo principal es que no sea indiferente . El fomento de la democracia requiere que cada cual respete la opinión del opositor, lo fundamental no es tanto cumplir la voluntad del jefe, ni la de la sencilla mayoría, como buscar en común la decisión óptima...".

Eltsin se adelantó a las críticas contra su eventual radicalismo insinuadas por Gorbachov el pasado día 2. Consideraba el ex jefe del partido en Moscú "natural" la diversidad de criterios entre los "radicales" que desean liquidar", "suprimir" y "poner en práctica mañana mismo" y los "escépticos cautelosos". "Sin la capacidad de ver la diferencia entre la lentitud perniciosa y el apresuramiento y ajetreo inadmisible jamás será posible orientarse. Además, se podrá perder la intuición política. Quien dramatiza los reveses ocasionales y se deja llevar por el pánico ante los problemas del momento es políticamente inmaduro, al igual que el que subestima el déficit de tiempo y deja el asunto ad calendas graecas, en espera de que alguien -sin saberse quién- cree las condiciones necesarias".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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