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La 'unión' de Libia y Argelia, reducida a dos convenios menores

La unión política entre Argelia y Libia, anunciada unilateralmente hace dos meses por Muammar el Gaddafi para el 1 de noviembre, quedó reducida a la escueta firma, en Argel y Trípoli, de dos convenios de cooperación socioeconómica que la parte argelina califica como fruto del proceso verbal entre ambos países.Argelia celebró ayer su fiesta nacional discretamente, con sencillos actos oficiales, mientras que Trípoli organizaba un programa especial con un gran festival en una finca campestre cerca de la capital libia.

Los dos convenios se extienden al dominio económico y de la formación profesional, sin ningún tinte político. El primero, suscrito en la capital libia, compromete a ambos países a la creación de cuatro sociedades mixtas que se encargarán de fabricar vehículos de transporte, cajas de velocidad y motores diesel. El segundo, firmado en Argel, acuerda un intercambio sobre formación profesional y pedagógica, que llevará profesores argelinos a Libia.

El 33º aniversario de la insurrección armada argelina contra Francia fue recibido por los argelinos como un día festivo más. Tan sólo la televisión, con programas especiales, y el periódico oficial El Mudjahid dedicaron gran atención a la conmemoración, que en el plano oficial contó con un sencillo acto de ofrenda a los caídos y una recepción, ya por la tarde, del jefe del Estado, Chadli Benyedid, al cuerpo diplomático. No hubo invitados oficiales y ni siquiera desfile militar, que suele organizarse cada cinco años.

Homenaje a Benyedid

El único acto significativo lo protagonizó Benyedid el sábado en el Ministerio de Defensa. En un acto eminentemente castrense y breve, Benyedid recibió de la última, promoción de oficiales de las tres armas y la gendarmería nacional la medalla del Ejército Nacional Popular en reconocimiento a "uno de los artesanos de Ia lucha de liberación y de la obra de edificación del país", según a información oficial.Túnez, por su parte, ha dado un paso más en el proceso de normalización de relaciones con Libia y ha abierto sus fronteras terrestres y aéreas con este país en el verano de 1985 a consecuencia de la ruptura diplomática que siguió a la expulsión de sus 30.000 trabajadores. Algunos observadores ven en este gesto un detalle del régimen de Habib Burguiba hacia Argelia, país que mediado en el conflicto y que ha condicionado la admisión de Libia en el tratado de fraternidad y concordia a un arreglo previo de las diferencias libio-tunecinas.

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