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32ª SEMANA INTERNACIONAL DE CINE DE VALLADOLID

Un filme policiaco español, 'Al acecho', recibido sin entusiasmo

La penúltima jornada de la Seminci tuvo como máxima atracción el estreno de Al acecho, una película policiaca española, primer largometraje de Gerardo Herrero, basada en la novela de Juan Madrid Nada que hacer. La película provocó opiniones divergentes, pero en general no entusiasmó. Con anterioridad, el productor Elías Querejeta presentó el primero de una serie de mediometrajes para TVE que tiene como singularidad el que todos ellos están realizados por debutantes.

El día se cerró ayer con la exhibición fuera de concurso de Adiós, niños, película del francés Louis Malle, que obtuvo el Gran Premio del pasado festival de Venecia. Se trata de una obra emotiva y realizada con maestría, pero que, como es habitual en este director, da al espectador menos de lo que a primera vista parece darle.El proyecto de Elías Querejeta comprende un total de siete mediometrajes. El primero de ellos, titulado Tres en la marca, está dirigido por la hija del productor, Gracia Querejeta, y, junto a ella, intervienen, con acierto evidente por parte de todos, otros 19 debutantes en el cine, aspirantes a cineastas, que así dan su primer y decisivo paso en el oficio de hacer cine en un marco de alta profesionalidad.

Este tipo de mediometrajes, en otros países es una tarea formativa reservada a instituciones públicas, como el Centro Sperimentale de Roma, que ha presentado en Valladolid estos días las películas de algunos de sus alumnos, entre ellos los españoles Juan Chumilla y Elena Lumbreras.

El primero de ambos es el director del siguiente mediometraje del proyecto presentado por Querejeta, que indirectamente pone de manifiesto, mediante una sagaz iniciativa privada, la existencia de una lamentable carencia pública en España: un sistema solvente para que se inicien en la profesión cinematográfica muchos jóvenes aspirantes a cineastas.

Gerardo Herrero, director y guionista de Al acecho, segundo filme español presentado a concurso, vino a decir que su película busca expresar ritmo, acción y violencia. Aparentemente esto es cierto, pero en realidad se trata de una verdad a medias. Más que ritmo, en Al acecho hay velocidad; más que acción, ajetreo; más que violencia, aparatosidad; más que sangre, salsa de tomate.

Modelo francés

Deudora, más que del clásico norteamericano, del modelo de cine negro que en Francia encarnó Jean Pierre Melville, Al acecho contiene rasgos de inventiva visual -por ejemplo, la resolución de un plano-contraplano mediante una sola habilísima toma sobre una silla giratoria-, pero el guión segrega lagunas, baches de interés e hilos sueltos, y esto, en un filme de este género, se paga caro.Es una película interesante, pero insatisfactoria. Se nota que está realizada por un cineasta que sabe, al menos a ráfagas, lo que tiene entre manos y lo pone de manifiesto en buenas composiciones de tipos -por ejemplo, el que interpreta Eduardo Calvo- y de situaciones, como las que abren la película. A estos aciertos hay que añadir la consecución de un buen tono ambiental crispado y lúgubre, pero el conjunto es deficiente.

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