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EL DIÁLOGO ENTRE LAS SUPERPOTENCIAS

La URSS, dispuesta a sacrificar la 'cumbre' si no consigue congelar la Iniciativa de Defensa Estratégica norteamericana

Pilar Bonet

La URSS está dispuesta a sacrificar la tercera cumbre entre Mijail Gorbachov y el presidente Ronald Reagan y a pensar en la próxima Administración norteamericana, de no asegurarse la congelación de la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI). Ésta reapareció esta semana como el principal obstáculo en el proceso de desarme, tras un período de equívocos y sobreentendidos propiciados por ambas superpotencias, en opinión de analistas políticos en Moscú.

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En contra de lo esperado por los representantes norteamericanos, la visita del secretario de Estado, George Shultz, a Moscú no trajo consigo la fecha de una cumbre, pero sí clarificó las posiciones soviéticas, empeñadas como en el pasado en poner fin a un programa que en Moscú se contempla como ofensivo y "estrechamente vinculado" a las armas estratégicas, el sector clave en las negociaciones de desarme nuclear entre ambas potencias.Gorbachov le hizo saber a Shultz que un tratado sobre las fuerzas nucleares de alcance medio (INF) es bien venido, pero no suficiente para obligarle a desplazarse a Estados Unidos. "Estoy dispuesto a visitar EE UU, pero por el momento estoy alerta por los posibles resultados", dijo, según la agencia oficial Tass.

El dirigente soviético afirmó que la firma de un tratado sobre los INF es posible este año, pero afirmó que "el mundo espera más de la tercera cumbre de los dirigentes de la URSS y EE UU, contando con que el primer acuerdo sobre armas nucleares será el comienzo de un proceso más profundo de eliminación del peligro nuclear universal".

En opinión de medios norteamericanos en Moscú, la URSS ha sobrevalorado la necesidad de una cumbre por parte de Ronald Reagan, convencida de que éste quiere acabar su mandato con un éxito político en el campo del desarme y que este deseo le impulsaría a concesiones acerca de la SDI. Este punto sigue siendo la piedra de toque de toda la concepción negociadora soviética. De él dependen ahora la cumbre y el acuerdo sobre armas estratégicas. El acuerdo sobre los INF aparece ahora aislado y casi cerrado, pero también devaluado, ya que ha perdido su fuerza como motor exclusivo de un encuentro al más alto nivel. Según el ministro de Exteriores soviético, Edvard Shevardnadze, se necesitan de dos a tres semanas para concluir el tratado que eliminará del continente euroasiático todos los misiles nucleares de alcance comprendido entre los 500 y los 5.000 kilómetros.

El cosmos

El Kremlin, con todo, no ha perdido la esperanza de que un tratado sobre armas estratégicas y un compromiso en torno al tratado ABM sea posible este mismo año, y Gorbachov consideró que "un mes y medio" puede ser bastante para elaborar y preparar "todo esto del modo debido". El encuentro con Reagan, según la idea del dirigente soviético, debe incluir la firma del tratado INF, pero también la "fijación de las líneas claves de acuerdo sobre armas estratégicas y el cosmos", de tal forma que se asegure la firma de un tratado sobre estos temas durante la visita de Reagan a la URSS, fijada inicialmente para la primera mitad del año próximo.

Pese al optimismo norteamericano, observadores soviéticos piensan que los indicios dados por Moscú antes de la visita de Shultz no permitían justificar éste, aunque Moscú no había formulado de un modo explícito y claro que la SDI era parte irrenunciable de la próxima cumbre. Los portavoces oficiales se resistían, no obstante, a hablar de Washington como lugar del próximo encuentro al máximo nivel, y la insistencia en la observancia estricta del tratado ABM de 1972 tal como había sido interpretado por la URSS y EE UU hasta 1983, nunca fue abandonada, pese a la disminución de la retórica alarmista soviética sobre la guerra de las galaxias. Durante la visita de Shultz a Moscú, en abril, Gorbachov indicó que sus expectativas para la cumbre sobrepasaban la firma del tratado INF. La Prensa soviética no se hizo ayer eco de la visita de Shultz a Moscú.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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