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"Es más fácil bailar que vivir" dice Julio Bocca

El bailarín argentino, revelación de la danza mundial, actúa por primera vez en España

Alfonso Armada

El bailarín argentino Julio Bocea, de 20 años, considerado por la crítica como una de las máximas revelaciones de los últimos años, actúa los próximos días 20 y 21 en el teatro de la Zarzuela, de Madrid, junto a Arantxa Argüelles, primera bailarina del Teatro Lírico Nacional. Será la presentación de Bocea en España. En 1985 ganó la medalla de oro de la más prestigiosa competición de danza, el Concurso Internacional de Artistas de Ballet de Moscú. Un año después era contratado por Mijaíl Barisshnikov como primer bailarín del American Ballet Theatre.

Abrumado por la sucesión de éxitos de los últimos años, a Bocca, un joven tímido y accesible, sin delirios de grandeza, le cuesta digerir el perfil publicitario del éxito. De ahí que confiese que le resulta más fácil bailar que vivir.Julio Bocca nació a hora y media del centro de Buenos Aires, en el barrio de Munro, hace 20años.

A los cuatro años bailaba en la pequeña escuela que su madre tiene en Munro. "Entonces era un juego. Me gustaba saltar y colgarme de la barra", recuerda ahora.

A los siete años se inscribió en la Escuela Nacional Argentina de Danza y entró en la escuela adjunta al teatro Colón. Un año después, a los ocho, se dio cuenta de que el baile le gustaba de verdad. Entre los 8 y los 14 años salía de casa a las 6.30 y volvía a las nueve de la noche. No evoca esos años de formación como un tiempo de penosa disciplina. "Me divertía lo que hacía". Compaginaba la danza con los estudios primarios, y todavía tenía tiempo de jugar con sus amigos del barrio a partir de las nueve de la noche.

"Cuando quieres conseguir algo no importa lo que cueste, porque lo haces con ganas". Bocca es un voluntarista. En la escuela del teatro Colón llegó pronto a primer bailarín. A los 15 años le contrataron como primer bailarín del teatro Teresa Carreño de Caracas.

Antes de regresar al Colón pasó tres años en el teatro Municipal de Río de Janeiro. Estaban puestas las bases de su lanzamiento internacional. Sólo faltaba el trampolín definitivo. Y llegó en Moscú.

El trampolín

A mediados de 1985 participó en el V Concurso Internacional de Artistas de Ballet de Moscú, presidido por Yuri Grigorovich, director del Ballet del Bolshoi. Cuando lo recuerda todavía se le ilumina el rostro, aunque no parece muy dado a sentimentalismos. Dice que donde mejor se siente es en el escenario: "Es lo más fácil. Lo dificil es esto, las fotos, las entrevistas.... Es más fácil bailar que vivir". "Viajé a Moscu con Raquel Rosetti, mi compañera de baile en el Colón. El concurso fue muy duro: tres rondas, 121 participantes. Cuando conseguí llegar a la tercera ronda pensé que podía darme por satisfecho. No había soñado en ningún momento con la medalla de oro. Me enteré por una llamada que recibí a las siete de la mañana de la Embajada de Argentina en Moscú. Me pareció que seguía durmiendo". Fue el primer extranjero en recibir la medalla de oro del concurso soviético, el más importante que se celebra en el mundo.Todo en su vida es reciente, y acaso por eso se muestre reacio a hablar de sí mismo, de su técnica. "Las clases se tienen diariamente. Cuando bailas en otras compañías aprendes mucho. Siempre intento tener buena comunicación con mis compañeros, con el coreógrafo, con el director de la orquesta. Es mejor que llegar con la nariz parada y que te vayas dejando a todo el mundo hablando mal de ti".

Asegura que el éxito no se le ha subido a la cabeza, y así parece. Hace aproximadamente un año fue contratado por Mijail Barishnikov como primer bailarín del American Ballet Theatre. Su interpretación de Cascanueces, con el mismo traje que Barishnikov había vestido en 1976, fue acogida por la crítica especializada como un acontecimiento. Con esta compañía, una de las más prestigiosas del panorama dancístico mundial, bailó en un gran número de teatros de Estados Unidos.

"Lo que quiero es que el público se vaya satisfecho del teatro, no que cuente si han sido 10 o 15 las piruetas". No cree que el ballet clásico sea un corsé que le impida expresarse. Se sabe capaz de bailar danza moderna, pero no le atrae vitalmente.

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