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Mel Brooks: "El cine es la válvula del sueño en los tiempos difíciles"

Andrés Fernández Rubio

El cine -y sobre todo la comedia- se necesita más que nunca, "porque ante la cruda realidad y la dificultad de nuestro tiempo es la válvula del sueño". Es lo que dice Mel Brooks, judío neoyorquino, director, productor, actor y verdadero hombre orquesta que lo mismo dirige comedias -El jovencito Frankenstein o Ser o no ser- que produce películas tan dramáticas como El hombre elefante. Brooks ha venido a España a promocionar su filme La loca historia de las galaxias, una parodia de los filmes espaciales.

Brooks suele encajar en sus respuestas un toque de humor, y a juzgar por ellas parece muy acostumbrado a no decepcionar a sus oyentes o lectores. Utiliza un típico sentido de la gracia -que caracteriza las viñetas de varias revistas estadounidenses-, porque busca la sonrisa más que la carcajada violenta. Otra cosa son sus películas, y también la última, algunos de cuyos chistes se condimentan con sal gruesa."Esta historia", dice refiriéndose a La loca historia de las galaxias, "ha recaudado ya unos 42 millones de dólares (más de 5.000 millones de pesetas), y yo sabía que iba a tener éxito porque el tema estaba maduro. Después de tres entregas de La guerra de las galaxias, cuatro de Star Treck y dos de Aliens, era hora de hacer una comedia sobre el espacio".

Y a partir de ahí, la explicación del sentido último de la película: "Quería recuperar el dinero que me sacó George Lucas con La guerra de las galaxias. Mi hijo Max, de ocho años, decía que no podía ir solo al cine; lo llevé una vez a la primera entrega, y me encantó. También a él, y así fuimos una y otra vez. Después vinieron las segundas partes, y después de la vigesimoquinta vez que las vi todas, y después de haberle comprado al niño toda la sarta de muñequitos, no sólo me harté sino que me di cuenta de que me había gastado medio millón de dólares. Ahora ya los he recuperado y se ha producido mi revancha".

Y Mel Brooks suelta una risita sardónica. En su lado oculto, está su mujer, la actriz Anne Bancroft, y su faceta de productor de películas serias, como El hombre elefante, La mosca o Frances. "En EE UU", comenta, "si dices Mel Brooks la gente se ríe, como respondiendo a un estímulo de los teorizados por Paulov. Por eso, para producir elegí un nombre, Brooks Films, que lo mismo puede referirse a Pepe Brooks que a los hermanos Brooks; es una buena tapadera. Por películas que he producido, la última de éxito 84 Charing Crooss, nadie apostaría en Hollywood. Allí no creen que haya un público para este tipo de productos pero yo sí, porque los seres humanos respondemos a los asuntos sobre seres humanos. Con estos filmes, no he perdido ni un duro".

Brooks suelta otra risita, esta vez del que se sale con la suya. "Los directores debemos luchar contra los dictados de las multinacionales. Nuestra obligación al plantearnos las películas es que el beneficio tiene que venir después".

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