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Ahorcados en Túnez dos integristas condenados a muerte

Los dos integristas tunecinos condenados a muerte el pasado 27 de septiembre fueron ahorcados ayer al alba en la prisión civil de Túnez capital. Mehrez Budega, fabricante de las bombas que explotaron el pasado 2 de agosto en Susa y Monastir, y Bulbaba Dejil, autor de una agresión con ácido sulfúrico, eran los dos únicos de los siete condenados a la pena capital que se encontraban en prisión. El presidente Habib Burguiba, de 84 años, no hizo esta vez, al contrario que en otras ocasiones, uso de la gracia presidencial, único recurso que les quedaba a los condenados para salvar sus vidas. Una serie de países amigos de Túnez, como Francia, Árgelia y Arabia Saudí, habían realizado presiones discretas para evitar las ejecuciones.

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Budega, de 25 años, y Dejil, de 14, comparecieron ante el patio principal del centro penitenciario cuando aún los tunecinos descansaban. Ambos fueron ahorcados ante la única presencia de los guardianes celulares y de un numeroso contingente de seguridad uniformado, cuya adscripción, al Ejército o a la policía, no ha sido hecha pública. El presidente Burguiba fue informado de las ejecuciones a primeras horas de la mañana, recién levantado, por su nuevo primer ministro y delfín, el general Zine el Abidin Ben Alí, hombre fuerte del país, que acudió, como cada mañana, a despachar al Palacio de Cartago.La suerte de Budega y de Dejil dependía desde el martes último del propio Burguiba, ya que el Tribunal de Casación de Túnez rechazó ese mismo día un recurso de modificación de condena. Las ejecuciones han sorprendido a los observadores, puesto que existían esperanzas, dada la presión silenciosa de países amigos, como Francia, Argelia y Arabia Saudí, de que en última instancia El Combatiente Supremo, que es como en Túnez se conoce al presidente de la República, procuraría la conmutación de la pena.

Sin embargo, Burguiba ha sido en esta ocasión inflexible y ha llevado a última instancia su pronunciamiento del pasado 3 de agosto, ante el príncipe heredero marroquí, Sidi Mohamed, que le acompañó en su 84º cumpleaños en su residencia veraniega de Monastir. "Los exterminaré a todos", dijo, refiriéndose a los integristas.

Presentación pública

Los dos ahorcados eran los únicos de los 53 condenados en estado de arresto (otros 37 comparecieron en rebeldía) el pasado 27 de septiembre a los que se les habían probado delitos violentos. La militancia de Budega, de profesión electricista, en el integrismo organizado no quedó en ningún momento probada en el juicio, pese a que días después de su detención, a finales de agosto, la reconociera ante las cámaras de la Radio Televisión Tunecina (RTT), adonde fue conducido por la policía para que explicara a la opinión pública cómo fabricó las bombas. Tampoco la autoría del Movimiento de la Tendencia Islámica (MTI), ya que por dos veces consecutivas estas acciones fueron reivindicadas por Jihad Islámica.Estas bombas hicieron explosión en varios hoteles de Susa y Monastir, justamente en la víspera del cumpleaños de Burguiba y cuando el hijo de Hassan II se encontraba en Monastir. A consecuencia de ella resultaron heridas 13 personas, en su mayoría turistas italianos y británicos. A uno de estos últimos le fue amputado un pie.

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El otro ejecutado, Bulbaba Dejil, era el responsable del MTI en Gafsa. Dejil atacó con ácido sulfúrico el rostro de un dirigente local del Partido Socialista Desturiano (PSD, en el poder). Precisamente los atentados con ácido sulfúrico conmocionaron en su día a la opinión pública tunecina. La práctica de esta acción violenta -iniciada por los integristas en la Universidad contra las jóvenes que acudían a clase con indumentaria occidental- llegó a extenderse a los propios juicios contra integristas. Dos magistrados fueron atacados en julio y agosto último con ácido por procesados.

Gestiones españolas

Un responsable de la secretaría de relaciones exteriores del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) informó ayer a este corresponsal que su organización había hecho gestiones en Madrid ante el embajador tunecino, Ahmed Bangluglu, a quien le había sugerido la necesidad del indulto por razones humanitarias.Sin embargo, de uno de los aspectos que se quejaban ayer profesionales independientes y miembros de la oposición tunecina era el de la ausencia de una reacción en cadena y con publicidad de países democráticos y amigos de Túnez, lo que a su juicio podría haber variado el desenlace.

El hecho de que esto no ocurriera se debe, según algunos, a que todo el interés exterior ha estado principalmente centrado en el líder del MTI, Rachid Ganucchi, que escapó de la pena de muerte y cumple ahora condena de trabajos forzados a perpetuidad.

El líder de la oposición moderada de Túnez, Ahmed Mestiri, ex ministro de Burguiba (Defensa, Interior y Justicia) y responsable del Movimiento de los Demócratas Socialistas (MDS) censuró las ejecuciones y se escandalizó por la desproporción existente entre los delitos probados y la sentencia.

El resto de los partidos y la Liga Tunecina de Derechos del Hombre (LTDH) convocaron reuniones urgentes para examinar en profundidad lo sucedido y pidieron calma a la población en previsión de incidentes por la protesta.

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