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Los conservadores británicos inauguran su congreso aprobando un polémico impuesto

El Partido Conservador británico abrió ayer en Blackpool su congreso anual con la aprobación de un nuevo y discutido impuesto sobre la residencia que equipara a potentados con desheredados. Los conservadores de Margaret Thatcher, reunidos en torno a la consigna Acción para el tercer mandato, viven una intensa semana autolaudatoria tras su tercera victoria consecutiva sobre los laboristas.

Margaret Thatcher, presente en la sesión inaugural, no intervendrá hasta el próximo viernes en que se clausura la reunión, y para entonces ya se habrán escuchado en los Jardines de Invierno, donde se celebra la asamblea, intervenciones sobre la educación, la seguridad social y los suburbios urbanos, pilares sobre los que la dama de hierro quiere construir la base para lograr un cuarto periodo de Gobierno conservador en el Reino Unido.El congreso comenzó con la aprobación casi por unanimidad de un nuevo impuesto, preparado por el Gobierno, que modifica el vigente dictado por los ayuntamientos en función de la localización de la residencia. La futura tasa será de alcance nacional y estará en relación proporcional con el número de residentes mayores de edad en cada vivienda. Las bases conservadoras se habían opuesto a este plan, pero ayer, en contra de todos los pronósticos, el Gobierno obtuvo una arrolladora victoria. Sólo alguna voz aislada habló de la impopularidad que el nuevo impuesto puede acarrear al equiparar fiscalmente zonas privilegidas con suburbios.

Posteriormente, el presidente del partido, Norman Tebbit, pronunció un discurso largamente aplaudido en el que criticó a la oposición y pidió a sus correligionarios que se dispongan a gobernar diez años más. Para Tebbit, la oposición es prácticamente inexistente porque los laboristas siguen sin acordar una política concreta y sólo pueden ser "una oposición irresponsable" y los liberales y socialdemócratas están "destruidos por sus propias contradicciones". De ahí, que haya caído sobre los conservadores "la responsabilidad, quizás durante la próxima década, hasta que se cree una alternativa creíble, de ser un Gobierno que no puede fallar", añadió.

El congreso, que más parece una máquina de asentir que un foro de discusión, apoyó ayer la política de defensa del Gobierno basada en el reforzamiento de la disuasión nuclear y de las fuerzas convencionales y se regodeó en la promesa de Thatcher de dar prioridad en esta legislatura a la regeneración de las partes degradadas de las ciudades. Es un proyecto criticado en los pasillos por Michael Heseltine, ex ministro de Defensa y aspirante al liderazgo conservador.

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