Los laboristas británicos mantienen su defensa del desarme nuclear unilateral
El congreso del Partido Laborista británico decidió ayer mantener una polítca de defensa basada en el desarme nuclear unilateral. Los laboristas se comprometieron a eliminar del Reino Unido todas las armas y bases nucleares en el curso de la primera legislatura en la que estén en el Gobierno. La noche anterior, un destacado dirigente del ala izquierda del laborismo había garantizado una "guerra civil" en el partido si se rechazaba la posición mantenida en los últimos años en favor del desarme nuclear unilateral.
En el esperado debate sobre la política laborista de defensa, las apasionadas voces en favor del desarme superaron a las de quienes reclamaban una política de defendía más coordinada con los aliados británicos en el seno de la OTAN. La discrepancia arrojó luz sobre las diferencias existentes en el partido ante un extremo al que análisis de dentro y fuera del laborismo atribuyen parte del fracaso electoral de junio.Arthur Scargill, un rojo por antonomasia, líder minero de la vieja escuela, ocupó el podio de los oradores durante escasos minutos para decir que si alguien en la dirección del partido pensaba deslizarse del compromiso unilateralista era un "hipócrita y un traidor a principios por los que ha luchado el partido durante 25 años. Durante su incendiaria intervención -acogida con fuertes aplausos antes, durante y después- pidió "la abolición de las armas nucleares y la eliminación de las bases norteamericanas" y exigió que "el dinero que se vaya a ahorrar no pase a reforzar los arsenales convencionales, sino que vaya a la construción de escuelas y hospitales".
Scargill recogió las palabras pronunciadas la víspera por otro izquierdista del partido, Ken Livingstone. El abandono del unilatereilismo desatará "una guerra intestina en los próximos cuatro años que nos impedirá luchar contra el thatcherismo", dijo. Livingstone habá asegurado que ese debate fratricida "hará al partido inelegible en 1991".
Este vaticinio le acarreó ayer públicas acusaciones de inmadurez y de indignidad desde la tribuna, donde se encontraba la dirección laborista, empeñada en la tarea de mostrar una inexistente unidad en el partido.
Neil Kinnock, líder laborista y adalid de la reconsideración de todas las políticas del partido, ponía cara de póquer ante andanadas como las lanzadas por Scargill. Él es un convencido de la pertinencia del desarme nuclear unilateral, pero en su búsqueda de una salida del oscuro callejón en que se encuentra el grupo, no ha querido pronunciarse abiertamente sobre un extremo que, según los sondeos, cuesta votos y que el propio laborismo reconoce que no ha calado en el electorado.
Ambigüedad de Kinnock
Lo más que ha concedido Kinnock es sostener su postura genérica antinuclear y criticar un arsenal nuclear británico que considera "inefectivo en términos militares, suicida y genocida" y que no sirve para "ofrecer una defensa efectiva del país". Pero no ha ofrecido un compromiso abierto de desarme. Es más, se niega a realizar promesas en ningún sentido porque "no se puede ser categórico sobre un cambio significativo cuando hay un trasfondo de cambio" provocado por el acercamiento entre las superpotencias.En la sesión de ayer, Joan Ruddock, parlamentaria con fuertes lazos con el pacifismo de la Campaña para el Desarme Nuclear, dijo que es buena idea usar los submarinos nucleares Trident -con los que Margaret Thatcher va a renovar el potencial nuclear británico- como arma política negociadora, lo que inmediatamente llevó a pensar si el laborismo estará dispuesto a aceptar los Trident, de los que hasta ahora ha renegado.
La votación a mano alzada fue categórica en favor del "compromiso laborista por la defensa no nuclear y la política de desarme nuclear unilateral" en la que se incluye "la eliminación del agua y suelo británicos de todas las armas nucleares y todas las bases nucleares durante el próximo Gobierno laborista".
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