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Sobre violencias y negociaciones

En una calle de Bilbao, frontera con el casco viejo de la ciudad, pita una pintada: "Más coches bomba y tiros en la nuca hasta la negociación, o que se vayan". Firma KAS y rubrica el infantil, aunque ensangrentado, emblema del hacha y la serpiente enroscada; equipaje simbólico de un movimiento que hubiera terminado en manos de los especialistas en fantasías infantiles, con incontinencia de orina incluida, si no fuera porque su nombre es promesa de barbarie. En las calles de San Sebastian, de Vitoria y de numerosos pueblos vascos se pueden leer similares llamamientos, no firmados por ETA, aunque los mensajes vayan acompañados de su marca, sino por organizaciones que figuran en torno a Herri Batasuna o desgajadas de ella tras acciones incontroladas, como los Mendeku del atentado mortal contra los socialistas de Portugalete.Las fiestas veraniegas de Bilbao, como las de las demás capitales vascas, se han visto interrumpidas por las provocaciones de grupos notoriamente encuadrados en Herri Batasuna cuando no por Herri Batasuna mísma, que han conseguido en algunos momentos ahuyentar a quienes sólo trataban de divertirse sin problemas.

Durante el verano, las violencias y los temores se han encargado de que no se olvidara nadie de que no sólo existe la brutalidad armada, sino que continúa, y quizá con más graves consecuencias ciudadanas, la violencia callejera que impulsan grupos políticos no armados. Con la advertencia de que les próximos años las fiestas van a ser una continua provocación a los ciudadanos pacíficos que se han dejado arrebatar la calle. Es difícil describir un miedo que no se detecta en la vida cotidiana, pero que existe. Existe cuando frente a la provocación de un grupo de mozalbetes que intenta cambiar el signo de una fiesta, que pretende asaltar el Ayuntamiento e incluso incendiarlo, como ha sucedido en Bilbao, casi nadie responde. Hay miedo cuando en el pueblo guipuzcoano de Ordizia casi nadie se atreve todavía a enjuiciar públicamente el asesinato de Dolores González Catarian, Yoyes, muerta en fiestas. Hay miedo cuando el ochenta y tantos por ciento de los ciudadanos vascos que con su voto rechazan la violencia callan y otorgan ante grupos mínimos de vociferantes. Hay miedo cuando cualquier manifestación por la paz puede ser interrumpida por las escuadras abertzales radicales y a ninguna manifestación de los abertzales radicales que gritan gora ETA se atreven a acercarse los pacíficos a pedir la paz, porque saben que contra ellos se va a actuar violentamente.

Y en esas condiciones, todos los altavoces empiezan a difundir la canción del verano: la negociación. ETA accede a negociar, o a contactar, o a saludarse con, o a preparar una discusión sobre, o a ofertar. O simplemente a llegar a la conclusión, como contaba recientemente este periódico, que resumía Iturbe al decir que, una vez presentado a Sancristóbal, ya no hubiera dado la orden de asesinarle. Lo que significa, como se venía diciendo, y esa frase de Iturbe ratifica afortunadamente para Sancristóbal, que los asesinatos no obedecen a ninguna función política o estratégica, porque si la muerte de Sancristóbal fuera necesaria para Euskadi, no hay razón para que, por contemplar de cerca el color de sus ojos, se le borre de la lista de las víctimas.

Se puede suponer incluso que ETA, además de querer negociar, pueda hacerlo. Es decir, que exista en este momento un mando único con suficiente autoridad sobre toda la organización; que las condiciones políticas -para ejecutar las cuales fue creada Herri Batasuna por ETA- no exijan su ración de sangre para consolidarse; que los duros de uno y otro sector, el armado y el político, acepten la negociación; que no repercuta en la moral de presos y exiliados. La desaparición de ETA no significa a la desaparición de Herri Batasuna, aunque debilite sus mitos. Pero o se produce una profunda reconversión en HB, que de ser altavoz y portavoz de ETA pasara a ser un movimiento político, atento a su peso concreto y sin utilizar otros procedimientos más que las urnas, abandonadas las agresiones verbales y la aceptación de la brutalidad callejera, o la violencia y, el miedo no desaparecerían de Euskadi. El cambio es dificil, porque tendría que disciplinar a sus seguidores desde un partido muy particular y una jerarquía de derecho divino que se perpetúa o prácticamente se cooptay que ejerce un mínimo control. sobre sus bases y los flecos de esas bases. Por lo que es muy probable que otra violencia continuara ocupando las calles vascas y el miedo a discrepar o disentir seguiría aún por mucho tiempo.

Producido el empate anunciado hace tiempo. ETA sabe que no va a ganar y el Gobierno sabe que no va a hacer desaparecer a ETA mediante acciones policiales-, la negociación quizá llegue, pero no parece inmediata. Y además continuará la otra violencia. He escuchado un testimonio plenamente fiable. En una conferencia de prensa tras el atentado de Portugalete, un periodista que desconoce,el terreno se permite preguntar -en una sala en la que en el fondo se coloca la mesa de los dirigentes de: HB; frente a ella, los periodistas, y tras ellos, un grupo de seguidores de Herri Batasuna que respalda con aplausos las intervenciones de sus líderes y con murmullos hostiles las preguntas comprometidas- si en HB los militantes tienen carné -murmullo del público-, la mesa dice que no -confirmación satisfecha del público-, y el periodista concluye: ¿cómo se sabe entonces que los autores del atentado de Portugalete no eran de HB? La mesa ruge: eso es puro fascismo. Completa el público adicto: puro fascismo, puro fascismo.

Y, sin enibargo, la canción del verano, la oferta de una negociación, el; razonable. Probablemente para llevarla a cabo en las mejores condiciones posibles para ETA tuvo lugar el atentado de Hipercor, en Barcelona. A esa luz es posible entenderlo. No se trataría de un error, sino de forzar a un pueblo lentamente aterrorizado por los atentados indiscriminados a pedir al Gobierno que se conceda a los etarras lo que pidan a cambio de que dejen de matar. La conclusión es doblemente descorazonadora: o ETA no quiere negociación y van a continuar los atentados, o la quiere y pretende llegar a ella en condiciones óptimas, para lo cual van a morir aún muchos ciudadanos en distintas ciudades mientras se aterra al país hasta que acabe pidiendo a voces la victoria etarra, si la victoria supone su silencio. Pero eso no significa el fin de nuestros miedos ni la terninación de esa violencia que no se sabe con quién negociar, la callejera y de talante antidemocrático que practican las escuadras radicales.

Ningún dato altera esta situación. Las lucubraciones sobre la negociación con el grupo armado continuarán, son tan exquisitas que se calcula incluso con qué dirigentes etarras se puede dialogar mejor. En mi opinión, siendo todo tan sutil, también habría que tener en cuenta los apodos, por lo que posiblemente fuera mejor negociar con Josu Ternera que con Santi Potros, por ser éste quizá más correoso y retozón, mientras que Ternera parece que tendría que resultar más tierno. Pero hasta esta opción se ha frustrado porque Santi Potros ha sido detenido en el sur de Francia y trasladado a Bayona, lo que puede significar tanto problemas adicionales para la dirección de ETA como se ponga fin a la presunta unidad de los jefes etarras en Francia, a los que se prefería reunir en Argelia antes que entregarlos a la justicia española. El inicio del proceso al Comando Madrid, que coincide con el curioso hecho de que el abogado de Herri Batasuna Txema Montero señala a la justicia española a un etarra reinsertado de delitos de sangre, vuelve a poner de actualidad una historia de momento interminable: ni se negocia ni se deja de negociar. El otoño va a ser muy parecido al verano en cuanto a las dos violencias. Y el invierno tampoco se verá muy distinto.

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