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LAS COMPETICIONES EUROPEAS DE FÚTBOL

Un detalle de clase le bastó al Madrid

El Madrid eliminó al Nápoles y despejó de su camino el principal obstáculo en esta Copa de Europa. No realizó el gran juego colectivo de sus últimos encuentros.Incluso puede decirse que tácticamente estuvo desarmado durante muchos minutos. Pero un rasgo de genialidad, un encuentro de inteligencia construido entre Hugo y Butragueño, cerca del descanso, resolvió la situación. El Nápoles terminó en cuanto encajó ese gol.

El partido no empezó nada bien para el Madrid. La colocación del Nápoles sobre el terreno de juego le desconcertaba. Bianchi, entrenador napolitano, decidió mantener siempre, aún cuando tuviera el balón el Madrid, a tres hombres muy arriba: Careca, Giordano y Maradona. Así que eso obligaba a toda la defensa madridista a quedarse atrás, desconectada del juego. Butragueño y Hugo Sánchez esperaban arriba, y el Madrid, que ha basado sus recientes éxitos en el maravilloso toqae colectivo, se veía reducido a jugar con sólo cuatro hombres uno de los cuales, Martín Vazquez, atraviesa una mala racha. En definitiva, lo que hasta ahora venía siendo espléndida circulación del balón entre ocho o diez hombres se veía reducido a lo que pudieran hacer Michel, Gallego y Gordillo. El equipo no era el mismo.

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Para complicar más las cosas, el Nápoles descontó pronto uno de los dos goles que el Madrid traía de ventaja. Fue gracias a un fallo inesperado de Buyo. Buyo es un jugador inseguro y desconcertante en los centros sobre el área, pero firme como pocos bajo los palos. Sin embargo, ante un cabezazo sin problemas de Careca, rechazó mal y facilitó el remate inapelable de Francini.

Con el 1-0 en el marcador y mucho partido por delante, el Nápoles encendió a su público y por algunos momentos hizo sentir su peso. Francini, en la banda izquierda, atosigaba a Michel, del mismo modo que De Napoli conseguía frenar al otro lado del campo a Gordillo. En el centro, Romano ponía el criterio y el toque, y Bagni era el empuje y la capacidad de corte.

Por momentos el partido tuvo de verdad mala cara para el Madrid. Buyo tuvo ocasión de tapar su error con un par de paradas, sobre todo la segunda de ellas, cuando Francini se desenganchó de Michel, llegó hasta la línea de fondo y le puso un balón de gol a Careca que éste no pudo transformar por el acierto de Buyo.

Pero el Madrid tiene siempre, juegue bien o no lo haga, un arma: la tremenda calidad de todos su miembros. Desarticulado como estaba, consiguió alcanzar el gol del empate. Fue un relámpago de espléndido fútbol, un gol inapelable construido en décimas de segundo. Lo consiguieron entre Hugo y Butragueño, que tan poco habían intervenido durante la primera mitad. Hugo recibió el balón fuera del área, escorado hacia la banda derecha, y metió un pase hacia. el punto de penalti. Butragueño, que corría en diagonal desde el otro lado, llegó a tiempo para tocarlo lo justo, cruzándolo al palo contrario. Tanto el pase de Hugo como el remate de Butragueño fueron toques sutiles, precisos, inapelables. La jugada fue perfectamente indefendible. Hugo pasó a Butragueño y Butragueño pasó a la red. La defensa del Nápoles vio cómo en medio segundo se derrumbaba el buen trabajo de: todo el equipo durante un buen primer tiempo.

En el segundo, Beenhakker sustituyó a, Martín Vázquez por Jankovic, y al poco se lesionó Gallego. Eso obligó a un segundo cambio, con entrada de Mino en la defensa y adelantamiento de Sanchis a la media. Pero al Nápoles le faltó fuerza y capacidad de presionar, y poco a poco veía esfumarse sus posibilidades. Y, además, Maradona confirmó que está lejos de su mejor forma. Es un futbolista con una pierda izquierda genial, pero su falta de entrenamiento le impide ser el hombre que desequilibre.

El Nápoles, en realidad, se había acabado un minuto antes del descanso y el Madrid salió adelante. No fue el mejor equipo pero sus individualidades le valieron.

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