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Crisis moral en Belgrado

Los escándalos financieros salpican a altas autoridades del régimen, y ahora el primer ministro desvela una nueva dimensión de la crisis yugoslava.Una inflación de tres dígitos, una deuda externa de 20.000 millones de dólares y un paro en parte inconfesado caracterizan una situación económica en constante degradación. El jefe de Gobierno se enfrentó a una ola de huelgas y agitación social extrañas en un país socialista.

Los remedios son tanto más difíciles de poner en marcha en cuanto se enfrentan a un sistema político propicio para cualquier forma de resistencia. A falta de una personalidad comparable a Tito, el Gobierno se encuentra desarmado ante las exigencias y rivalidades de las Repúblicas de la Federación.

Pero esta doble crisis toma hoy un carácter moral. Que la justicia entre y castigue a los ladrones, vale; pero, ¿qué autoridad pueden tener los políticos que, advertidos, han preferido dejar hacer antes que poner coto? Amenazado de quiebra, el régimen puede tener aún dos bazas. Ni Occidente ni el Este tienen interés en que se hunda. Su no alineamiento interesa a todos. La otra razón es de tipo psicológico. Al borde de la desintegración, este país tiene medios para resurgir. La Prensa yugoslava da signos de nueva vitalidad, audacia y lucidez como no se había visto hasta hoy. Pero en esta Yugoslavia preocupada por su independencia inician su labor expertos del FMI.

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23 de septiembre

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