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El FMI prevé que el crecimiento en 1988 sólo garantiza mantener el empleo actual

Los analistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) estiman que la actividad económica en los países industriales muestra "signos de debilidad en algunos indicadores" durante 1987, y, como resultado, el crecimiento del producto en esa área será del 2,4% en este año y del 2,6% en 1988, pero muy próximo a lo que sus expertos consideran como "máximo potencial" (3%) para mantener el empleo, según revela el informe confidencial World Economic Outlook (versión inicial del 21 de agosto) que será presentado a discusión de la asamblea anual del FMI que comienza a finales de este mes en Washington.

Aún mejores que para los países industriales son las previsiones sobre las naciones en desarrollo, especialmente para las no productoras de petróleo, cuyo producto aumentará un 4,3% en 1988, sobre un 3,37 en 1987. Ambas estimaciones mejoran las presentadas en el informe de la primavera pasada, cuando se anticipaban crecimientos un 0,3% y un 0,2% inferiores. Por el contrario, los países industriales empeoran su previsión de crecimiento en 1988 (en un 0,2%), aunque mejoran ligeramente (0,1%) el de este año. El volumen del comercio mundial seguirá, sin embargo, aumentando (un 4,5% en 1988) mientras que la inflación en los países industriales será una décima inferior a la prevista (3,3%), si bien aumentará en las naciones en desarrollo.Al margen de las estadísticas, el informe semestral del FMI, cuyo seguimiento coyuntural de la economía mundial es mucho más preciso que el documento anual presentado esta misma semana a la Prensa, es bastante pesimista en su tono. Se afirma, en este sentido, que el comportamiento económico en el primer semestre del año ha sido "desalentador en los países industriales, con un deterioro en la posición externa de las naciones en desarrollo, signos de debilidad en algunos indicadores y un mayor riesgo de que la actividad económica se debilite aún más durante este año y el próximo". Todo ello, a pesar del efecto positivo que se anticipaba -y que ha sido inferior al esperado- de unos precios de las materias primas, especialmente el petróleo, bajos.

El tono ligeramente pesimista del FMI en relación a la evolución pasada se acompasa con los logros alcanzados en algunos indicadores (inflación, etcétera) o con las expectativas creadas en tomo a la prometida actuación estimulativa en el terreno fiscal de la República Federal de Alemania (RFA) y Japón -en su papel de motores de la economía mundial-, o de la esperada reducción del déficit fiscal norteamericano en 1988. En conjunto, estas esperanzas, aseguran los analistas del FMI, permitirán que "el ritmo de crecimiento se mantenga razonablemente a corto plazo (...), se recupere la confianza empresarial y se mantenga la demanda" y se consiga un nivel de crecimiento próximo al considerado como "máximo potencial productivo", es decir el necesario para mantener, o no empeorar, la actual situación de empleo.

Remedios clásicos

En el informe no se incluyen nuevas fórmulas, aparte de las clásicas de ajuste estructural y estímulo controlado de las economías ya saneadas, para alcanzar los objetivos de crecimiento, si bien no deja de insistir en la necesidad de cumplir, a lo largo de 1988, las promesas de determinadas naciones (RFA y Japón, básicamente) de calentar controladamente sus economías por la vía fiscal. Asimismo, se felicita de los logros alcanzados en el seno de las naciones industrializadas (Grupo de los Siete) para estabilizar los tipos de cambio y controlar los desequilibrios financieros. Un dato nuevo quizá se encuentre en la aseveración de los expertos del FMI de que los remedios aplicados en algunas políticas económicas han conseguido alejar los clásicos periodos cíclicos de expansión-estancamiento-recesión.Así, el FMI estima que la recuperación se encuentra ya en el quinto año, que se han consolidado crecimientos moderados pero firmes, que la inflación está bajo control en numerosos países y que el problema de la deuda está en vías de solución. Pero se reconoce tácitamente que las transferencias de recursos de los países en desarrollo hacia los industriales, básicamente como pago de la deuda acumulada, es cada vez más llamativa.

Otro detalle es la predicción de un aumento de los precios de las materias primas y, fundamentalmente, del petróleo, al menos por encima de los niveles de 1986. Ésto no será, necesariamente, un factor negativo, ya que permitirá rehacer la capacidad de pago (y de importación) de los países en desarrollo o de los exportadores de crudo. En Estados Unidos, por su lado, la baja del dólar permitirá una mayor recuperación de su sector exterior, lo que ayudará a equilibrar sus deterioradas cuentas exteriores.

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