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Salud y comportamiento

Ser y sentirse saludable está determinado por múltiples factores físicos, psicológicos y sociales. Sin embargo, la salud se equipara con frecuencia a la ausencia de enfermedad, según la autora del artículo. Pero las principales causas de muerte están relacionadas con actividades voluntarias de la persona.

La salud es hoy día un valor social en alza; en recientes estudios longitudinales se aprecia su incremento progresivo, mientras Aue otros valores, como el civismo o los derechos de la mujer, están en declive. Su importancia se sitúa en algunos países incluso por encima de lajamilia o el trabajo.Ser y sentirse saludable está determinado por múltiples factores risicos, psicológicos y sociales. Sin embargo, con frecuencia, la salud se equipara a la ausencia de enfermedad. Así, la salud parece buscarse exclusivamente en el hospital, como lugar de curación. Y cuando un sistema sanitario público entra en crisis da la impresión de quebrantarse la salud del país en el que eso ocurre .

A pesar de los enormes avances de la medicina, la enfermedad sigue siendo un mal apocalíptico. Se habla de crisis de los sistemas de salud, y es que, como es bien sabido, en las últimas décadas se ha producido un estancamiento del indicador más robusto de salud, la mortalidad, en parte porque todos esos logros no pareceri estar sino muy relativamente contra las tres grandes causas actuales de muerte: los padecimientos cardiovasculares, el cáncer y los accidentes de carretera. Tres C que están en relación con ciertas actividades voluntarias de las personas: si hacen ejercicio, si practican una vida sedentaria, si fuman o beben en exceso, si utilizan cinturones de seguridad, etcétera. Un estudio epidemiológico, ya clásico, realizado en un condado califomiano demostró cómo un patrón o estilo de vida determinado estaba asociado con el ser y sentirse saludable. No fumar, no beber en exceso, hacer ejercicio, dormir de siete a ocho horas, un peso equilibrado, un desayuno abundante, no comer entre comidas... resultaron ser hábitos, en conjunto, excelentes predictores de una vida significativamente más larga y sana.

En definitiva, esa y otras muchas investigaciones ponen inequívocamente de relieve que existen factores de riesgo a la hora de contraer un gran número de enfermedades. Es decir, hay unos estilos de vida saludables y otros insanos. Pero el .solo conocimiento de lo que es sano o no lo es no lleva consigo necesariamente el cambio de comportamiento. Ello se ve muy claramente en el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). Se han establecido claramente las formas en las que se contrae esa enfermedad y, por tanto, cómo puede prevenirse; pues bien, ciertos grupos de alto riesgo se resisten a seguir las indicaciones que las campañas de prevención difunden. Como señala Bayes (véase Papeles del Colegio de Psicólogos, 1987), en la prevención del SIDA, el papel del psicólogo es de extrema relevancia, ya que en este como en otros muchos casos -junto a campañas de información preventiva- se requiere la planificación del aprendizaje controlado de aquellos hábitos o estilos de vida que se pretenden fomentar, así como la modificación de aquellos considerados perjudiciales a la hora de realizar una prevención efectiva. Pero aún hay más: cada vez existe un mayor número de datos empíricos que ponen de relieve los efectos de la conducta sobre el sistema inmunitario. De hecho, se habla ya de un nuevo campo: la psiconeuroinmunología.

Factores emocionales

Como se sabe la función inmune media en todo proceso de salud y enfermedad. Pues bien, parecen existir relaciones entre una gran variedad de funciones inmunológicas y factores emocionales, de personalidad, de estilos de vida. Incluso se cuenta con datos empíricos que demuestran que algunas respuestas del sistema inmunitario pudieran ser aprendidas. Las repercusiones que todos estos hallazgos pueden tener sobre la salud son enormes.

Además, el ser humano, como ser social, se ve influido en su salud y enfermedad por los vínculos que establece con sus semejantes. Sociólogos de la Escuela de Chicago ponían de relieve, en los años treinta, cómo ciertos fenómenos insanos estaban asociados a la estructura social. Lo que hoy se demuestra es la enorme relación existente entre ciertas características de las llamadas redes de apoyo social y la salud. En otras palabras, los sujetos con un mayor número y calidad en sus relaciones interpersonales contraen menos enfermedades, se curan antes -si las tuvieren- y son y se sienten más sanos. La salud y el amor no sólo aparecen unidos en la canción, sino que emergen de los datos científicos. En resumen, cada vez es más cierto que se enferma más por lo que la persona hace que por lo que tiene (un microorganismo productor de enfermedad).

En otras palabras, el comportamiento del individuo, su estilo de vida, sus relaciones interpersonales, influyen decisivamente sobre su salud. Pero ¿cómo actuar sobre el comportamiento? ¿Cómo lograr que las personas se conduzcan saludablemente o establezcan vínculos adecuados? La psicología, como ciencia del comportamiento, puede dar respuesta a tales preguntas; sus hallazgos han demostrado ser útiles a la hora de producir cambios positivos, tanto en el estilo de vida de las personas como en el tamaño y calidad de sus interacciones. Sin embargo, el lugar de residencia de la producción de tales cambios o, en otros términos, el hábitat de la prevención es, sin duda, la comunidad. Todo poder político que deseé potenciar la salud deberá ocuparse de ampliar y maximizar los recursos comunitarios, porque, como señalan Costa y López, la salud se construye en la comunidad.

Psicología de la salud

Con objetivos fundamentalmente preventivos, en los últimos años se está perfilando una nueva disciplina aplicada: la psicología de la salud. Por ello, bajo los auspicios de la Organización Mundial de la Salud, el Consejo de Europa y por iniciativa de diversas instituciones italianas, ha tenido lugar recientemente en Roma un seminario con el título Perspectivas europeas en psicología de la salud. Con asistencia de representantes de más de 20 países y de las más importantes asociaciones mundiales de psicología, durante tres días se ha puesto en común lo que en cada país ocurre en las diversas áreas de aplicación de la psicología en el ámbito de la salud en los distintos países.

Así, la salud mental (campo tradicional de actuación del psicólogo), la medicina conductal como aplicación de la psicología en la asistencia de padecimientos generales y la prevención (desarrollada mediante recursos comunitarios) se integran como constituyentes de este nuevo campo aplicado: la psicología de la salud. El compromiso de todos y cada uno de los asistentes y de los organismos allí congregados, responsables algunos de la salud mundial, ha sido el de potenciar la aplicación de los hallazgos de la psicología al vasto ámbito de la salud. Más vale prevenir pasa por más vale comportarse.

es catedrática de la facultad de Psicología de la universidad Autónoma de Madrid.

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