El Gobierno que salga mañana de las urnas en Dinamarca será minoritario
Cualquiera que sea el vencedor de las elecciones generales que se celebrarán mañana en Dinamarca, su triunfo será apretado, y el Gobierno que surgirá de estos comicios tendrá carácter minoritario, con el consiguiente riesgo de inestabilidad que esto conlleva. Tres millones y medio de daneses tendrán que pronunciarse mañana a favor de la confirmación en el poder de la actual coalición de centro derecha, encabezada por el jefe de Gobierno, Poul Schlüter, o por colocar nuevamente el Ejecutivo en manos de la socialdemocracia, que dirige el ex primer ministro Anker Joergensen.
Contagiados por la desideologización que padecen las demás sociedades escandinavas, los políticos daneses han centrado su campaña en la economía, que, junto con el medio ambiente, parece ser la principal preocupación de los votantes, que ya se han olvidado de la política exterior, que con sus apasionadas polémicas sobre el despliegue de los euromisiles animó antaño los debates electorales.El 18 de agosto pasado, Schlüter estuvo una vez más a la altura de su reputación al anunciar por sorpresa y con cuatro meses de antelación sobre la fecha prevista la disolución del Folketing (Cámara única), en el que poseía desde 1984 una mayoría relativa de 80 escaños, sobre un total de 179, que le obligaba a gobernar con el apoyo externo de los diputados radical-liberales (Venstre). .
Al margen de querer aprovechar una coyuntura favorable para celebrar los comicios, Schlüter no deseaba, al parecer, entorpecer su actual presidencia de la Comunidad Europea (CE) con la preocupación de tener que ir preparando una campaña electoral.
Nada menos que 16 partidos, tres de ellos nuevos, participan en una campaña que el propio Schlüter ha calificado de "totalmente carente de interés". Junto con las cuatro formaciones políticas de la coalición -conservadores (23,4% de los sufragios en 1984), liberales (12,1%), centrodemócrátas (4,6%) y cristiano- populares (2,7%)-, otros dos grupos acuden, por la derecha, a la convocatoria: los radical-liberales (5%) y los llamados progresistas, partidarios de una drástica reducción de la fiscalidad, capitaneados por Mogens Glistrup, que cumplió una condena de cuatro años de cárcel por fraude.
Por el lado de la izquierda predomina la socialdemocracia (31,6%), pero además de sus tradicionales rivales socialistas populares (11,5%) le han surgido nuevos competidores hasta ahora no representados en el Parlamento, entre los que destacan el, Partido del Rumbo Común (procomunista), los humanistas (socialistas) y, en menor medida, los verdes.
Los últimos sondeos arrojan un pequeño avance de la coalición de centro derecha, que con un 47%, incluidos los sufragios radical-liberales, distanciará en un 1% a las dos grandes formaciones de la izquierda, que alcanzarían un 46% y repetirían casi su resultado de hace tres años.
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