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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El ejemplo de la buena vecindad

LA ENTREVISTA mantenida el pasado martes entre el presidente de la República Francesa, François Mitterrand, y el del Gobierno español, Felipe González, se inscribe en el marco de las buenas relaciones actualmente existentes entre ambos países. Seguramente la voluntad de cooperación mostrada por los franceses en relación con la lucha antiterrorista ha contribuido decisivamente a disolver los motivos de desconfianza mutua. Despejada esa niebla, hoy se entiende claramente por ambas partes que son mucho más numerosas e importantes las zonas de interés compartido, y por tanto de conveniencia de cooperación, que las áreas de potencial roce. El encuentro de Las Landas se produce en el inicio de un nuevo curso político e inmediatamente después de que González insistiera en su criterio de que la pervivencia del terrorismo constituye el principal problema con que se enfrenta la democracia en nuestro país. Pero también en un momento en el que, a punto de finalizar el septenato presidencial de Mitterrand, las principales figuras de la política francesa, incluido el propio Mitterrand, toman posiciones con vistas a las elecciones de 1988. Las victorias electorales de Felipe González, en contraste con las derrotas de los principales partidos socialistas europeos en los últimos años, convierten al presidente del Gobierno español en un excelente aval para los candidatos a la sucesión del actual presidente de la vecina República, sin excluir al propio Mitterrand, que no ha dicho aún la última palabra sobre el asunto y que aspiraría, en todo caso, a presidir la Internacional Socialista.

Así, si bien es cierto que el impulso decisivo en la cooperación antiterrorista se ha producido con posterioridad al triunfo del centro-derecha en el país vecino, es evidente que los socialistas franceses, reticentes en un primer momento ante la actitud de Chirac, no tienen actualmente ningún interés en desmarcarse de esa política. Mitterrand lo dejó claro una vez más en la conferencia de prensa que siguió a la entrevista, subrayando la línea de continuidad entre la cooperación iniciada antes del triunfo de Chirac y la, más intensa, habida después. Mitterrand, presidente antes con Gabinetes socialistas y presidente ahora bajo el signo de la cohabitación, encarnaría esa continuidad.

Por ello, esa cooperación parece estar por el momento garantizada, cualesquiera que sean los avatares de la política interior francesa. Si se intensificó a partir del triunfo del centro-derecha, ello fue debido a que la lucha antiterrorista en todos los terrenos ocupaba un lugar central en el programa de la coalición encabezada por Chirac, que se dirigía a una población muy sensibilizada por los atentados producidos en París poco antes. No se trata, pues, de una cooperación supeditada a eventuales contrapartidas españolas, sino forzada por el propio interés electoral del actual Gobierno francés. Ello pone a esa cooperación a resguardo de eventuales divergencias entre los Gobiernos respectivos que pudieran surgir en otros terrenos.

Respecto a las declaraciones de González sobre la posibilidad de entablar negociaciones con ETA, sus palabras han reafirmado la línea, en ocasiones quebrada y difusa, mantenida por su Gobierno desde hace años. Que el interés de la pacificación exige mantener permanentemente abiertas vías de comunicación que puedan servir para establecer un diálogo que permita llegar a una solución final con la organización terrorista que ahorre vidas y sufrimientos.

El encuentro de Las Landas, por lo demás, ha servido para levantar acta del acuerdo existente entre ambos países en relación a los principales problemas de la construcción política de Europa, y para constatar la ausencia de conflictos bilaterales. Es una buena vecindad de la que es en gran parte responsable el talento político del presidente francés. Su actitud hacia España, evidenciada ahora de nuevo, es en sí misma un síntoma esperanzador de la vitalidad de la democracia española y de su capacidad para sintonizar con los vecinos europeos

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