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Un encierro con toreros

Molina / El Monaguillo, Niño de la Capea, Ortega

Toros de Javier Molina muy bien presentados, con fuerza y desigual bravura. El Monaguillo: vuelta, un aviso y ovación. Niño de la Capea: oreja y vuelta. Ortega Cano: bronca y vuelta. Tres cuartos de plaza. Cuarta de feria. La Malagueta. 19 de agosto

ENVIADO ESPECIALAyer tuvimos corrida goyesca. No por que fuera el aniversario de la Guerra de la Independiencia, si no para conmemorar una efemérides del siglo XVIL la incorporación de Málaga a la Corona de Castilla. Las corridas goyescas se diferencian de las restantes, solamente en el diferente atuendo de los lidiadores y chulos de plaza. Los organizadores de estos espectáculos deberían exigir mayor disciplina en la vestimenta. Mientras hasta los areneros iban vestidos a la usanza de la época, Ortega Cano y el Niño de la Capea vistieron el traje de luces de todos los días.

La corrida de Javier Molina, por encima de cualquier otra consideración tuvo poder. En estos tiempos del toro monovara, el que entre los encastados tomaran 15 varas, es algo digno de destacarse. Su comportamiento después fue desigual y los que llegaron a la muleta o mejor son fueron los dos primeros.

El torero malagueño el Monaguillo sustituyó a Julio Robles. Acusó el diestro local su falta de toros, y como consecuencia su carencia de sitio en la plaza. Desprovechó a su primero y estuvo a punto de recibir un serio disgusto en el cuarto, al que citó con el cartucho de pescao, para resultar aparatosamente volteado. El paisanaje le compensó del testarazo con una vuelta al ruedo.

El Niño de la Capea estuvo hecho un maestro. En su primero me gustó más que en el quinto. Si largos y templados fueron los derechazos, mucho mérito tuvieron los laterales, pues nadie dábamos un duro por ese lado del toro. En su segundo, un toro con mucho genio, tras pelearse con él por bajo y tenerlo dominado, pensábamos que se iba estirar pero desistió enseguida.

Ortega Cano no es un torero de espantás. Ayer, sin embargo, la pegó en su primero. En el último, acabó centrándose con él y lo toreó con asco.

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