Niño de la Tautina arrolla
Paniagua / Ramos, Niño de la Taurina, AparicioEMILIO MARTINEZNiño de la Taurina demostró ayer ante sus paisanos de Toledo su hambre de triunfo y de ser figura. Su actuación fue arrolladora en todos los tercios y puso en pie al público en varias ocasiones. En una época en la que muchos novilleros son haraganes es de destacar las ganas y valor de Niño de la Taurina.
Ya arrolló a su primer enemigo, a base de consentirle y prender el celo de su casta en los engaños. Desde las verónica de recibo, la pata p'alante en el platillo, hasta la media belmontina con que cerró la serie, pasando por el galleo por chicuelinas, la labor del novillero con el percal fue de auténtica calidad y ortodoxia. El arte alboreó de nuevo con la flámula, además de la variedad: pedresinas, faroles, pase cambiado por la espalda, etcétera. Acabó con el toreo genuflexo y calienta públicos.
Novillos de María Luisa Paniagua, desiguales de presentación y Juego
José Luis Ramos: ovación; vuelta. Niño de la Taurina: oreja; dos orejas. Julio Aparício: aviso y división; vuelta. Plaza de Toledo, 15 de agosto. Primer festejo de feria.
Se superó, incluso, en banderillas, con el quinto de la tarde, al que aplicó la misma tauromaquia de redaños, poderío y carisma. A veces con algún atropello y ritmo frenético por querer hacer muchas cosas. Tumbó al novillo de un gran volapié en las péndolas y aquello fue el delirio. Hasta el caballo percherón que iba a picar al sexto, al ver frente a sí al Niño de la Taurina, sufrió un patatús y rodó por la arena, medio muerto, sin que nadie pudiera levantarlo.
Julio Aparicio se limitó a apuntar toreo der güeno a su distraído primero, que se rajó pronto, y al último, en el que hizo una faena garbosa, con tres naturales desmayaos de ensueño, pero la estropeó con la espada.
José Luis Ramos pechó con el peor lote. Un esmirriado sin fijeza y peligro primero, y un marrajo serio, cuajado y badanudo que le volteó con saña. El salmantino dio la talla y cumplió más que dignamente.
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