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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

No todo es "glasnost"

EL EX DIRECTOR de la central nuclear de Chernobil y sus dos principales colaboradores han sido condenados por una sala del Tribunal Supremo a 10 años de reclusión en un campo de trabajos forzados, y otros altos cargos de dicha central, a penas entre cinco y dos años. Son condenas muy severas, pero, si, como dice la sentencia, cometieron graves violaciones de las normas de seguridad y actuaron con negligencia, es obvio que incurrieron en responsabilidades gravísimas, con consecuencias incalculables.Con todo, es imposible, dadas las condiciones en que se ha desarrollado el juicio, formular una opinión sobre la relación entre culpa y castigo. Un grupo de periodistas extranjeros asistió al inicio del proceso y a su sesión final, pero esto es insuficiente para saber del contenido efectivo del juicío. Todo ha permanecido en secreto.

¿Cuáles son las causas de que la glasnost (transparencia) haya quedado a las puertas del tribunal? Razones de secreto militar no se pueden alegar en este caso, en el que se trata de un accidente en una central civil. Es más, especialistas del Organismo. Internacional para la Energía Atómica de Viena han hecho un estudio sobre las causas que determinaron el siniestro y han llegado a algunas conclusiones que favorecen a una parte de las autoridades y a los responsables de determinadas medidas adoptadas. En verdad, no aparece otra razón lógica de ese secreto que el deseo de esconder las posibles responsabilidades de dirigentes del partido y del Estado, aparecidas durante el proceso. Y efectivamente, si se tiene en cuenta la intervención del partido en todos los puntos decisivos del país, sorprende que las condenas de Chernobil hayan recaído solamente sobre responsables técnicos o económicos, pero no, en ningún caso, sobre cargos políticos.

La celebración del proceso en un plazo relativamente rápido, la pequeña apertura a la Prensa extranjera y la publicación de la sentencia responden a métodos distintos de los acostumbrados en épocas anteriores. Pero a todas luces la glasnost se detiene cuando podría afectar a cargos responsables del partido.

Gorbachov ha realizado hasta ahora numerosos cambios en el partido comunista, pero son cambios producidos desde arriba. Lo inaceptable aún es que de un proceso jurídico, de unas revelaciones de la Prensa -es decir, por un camino no controlado desde arriba- surjan descalificaciones o culpas penales de dirigentes políticos.

En un ámbito totalmente diferente, las manifestaciones en Moscú de los tártaros de Crimea han puesto de relieve esa doble faceta que presenta hoy la Unión Soviética: avances hacia más transparencia y legalidad, por un lado, y por otro, persistencia de frenos al planteamiento público de los problemas y conflictos que existen en la sociedad. Las manifestaciones de los tártaros, que han reunido a varios centenares por las calles de la capital, son las más numerosas hasta ahora, y el presidente del Soviet Supremo, Gromiko, ha recibido a una delegación. Son hechos que indican una tolerancia inimaginable en el pasado próximo, pero muestran a la vez la necesidad de pasos más audaces.

La reforma de Gorbachov ha entrado en el último período en nuevos terrenos de indudable interés. Sin embargo, es claro que el tope de la transparencia lo marca la intangibilidad del papel desempeñado por el partido-Estado. Éste sigue siendo el órgano dirigente del país, y sobre todo sigue siendo administrado exclusivamente de arriba abajo. Este límite de la glasnost es, sin duda, parte de la táctica de Gorbachov ante la oposición que quiere hacer fracasar la reforma. Pero tiene raíces más hondas cuya superación será difícil de alcanzar.

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