Cogida grave de El Chavea
ENVIADO ESPECIALSalió fuertecito el tercer novillo y al cuarto lance de capa ya se había echado a los lomos a El Chavea. Le pegó un porrazo tremendo y el joven espada de Sorihuela del Guadalimar, visiblemente dolorido, se marchó por su propio pie a la enfermería, apoyándose en sus banderilleros. Llevaba dos costillas rotas, el pobre.
Gregorio de Jesús se hizo cargo del novillo agresor y el panorama no se presentaba halagüeño. Si con el primero de la tarde un borreguete, había estado mal, con el tercero, que tenía casta y fortaleza, la papeleta se le presentaba difícil. Fuélo. A la encastada embestida respondió De Jesús con una faena sin sentido alguno, ni asomo de estructura, menos aún propósito dominador: el caso era pegar pases, los que salieran, cuantos salieran y como salieran; al final a favor de la querencia de las tablas -a las que el novillo se mostraba proclive- y de propina unos rodillazos, para calentar el cotarro. Hubo un desarme.
Albarrán / De Jesús, Jocho, Chavea
Novillos de Arcadio Albarrán, tercaidos y desiguales de comportamiento. Gregorio de Jesús: estocada baja, rueda de peones y cuatro descabellos (aplausos y salida a los medios); tres pinchazos, estocada y aviso con ¡in minuto de retraso (silencio); tres pinchazos bajos y otro hondo (silencio). Jocho II dos pinchazos bajos y bajonazo que asoma (silencio); bajonazo (oreja); pinchazo, estocada corta cuatro descabellos -aviso- y dos descabellos más (palmas). El Chavea: Cogido al recibir a su primero. Sufre fractura de dos costillas, de pronóstico grave.Plaza de Valencia, 27 de julio. Tercera corrida de feria.
Desarmes y rodillazos entraban dentro del repertorio de Gregorio de Jesús, la actual promesa de Sueca. El primer borreguete, chico, flojo y gacho-brocho, pedía Bombero Torero, Llapisera y el Empastre, los enanitos de Eduardini, los monos toreros, cualquier modalidad cómico-taurino-musical; no toreo aunque, desde luego, se dejaba torear -animalito de Dios.
Mala señal fue que lo recibiera De Jesús aliviándose en las verónicas no ya con el paso atrás, sino con amplias y desenvueltas zancadas. En la faena de muleta, o lo que aquello fuera, sufrió achuchones, acosones, empellones y un revolcón. Y tras el desaguisado, volvió a hacer uso de los pases de rodillas, que quizá sean su especialidad.
Más ardua tarea tuvo el suecano en el quinto -y más mérito realizarla-, pues ese quinto resultó morucho. Sería tipo sardina el novillo pero la mala idea suplía con exceso sus menguadas chichas. Derribó un caballo, tras prenderlo aparatosamente por los pechos, y la acorazada de picar vengó la afrenta disponiendo en orden de combate toda su potencia de fuego. Entre alocadas carreras del novillo, que buscaba por donde huir, y embestidas ciegas a los percherones acorazados, hasta siete veces le hincaron hierro por los lomos traseros, desde cualquier lugar del redondel: aquí te pillo, aquí te mato.
Llegó a la muleta el novillo descompuesto, reservón, huidizo, y Gregorio de Jesús lo acorraló para encelarlo, empeñándose en una valentísima porfia en la que pudo resultar cogido pues el morucho, si embestía, se le revolvía fiero. No le cogió, afortunadamente, porque el hijo de Sueca tenía reflejos maravillosos. Pero una vez que el hijo de Sueca dejó de citar, el novillo se arrancó de súbito al peón Alejo Oltra, que estaba, lejos de allí, fuera de un burladero. Menudo regalo era el novillo pocas chichas.
Mejor género, en conjunto, dispuso Jocho II, el torero de Quart de Poblet, y lo aprovechó a su manera, instrumentando faenas larguísimas, deshilvanadas, escasamente construidas -aunque pretendía darles forma- abundante en derechazos y pases de la firma. Todo, en realidad, propio de novillero principiante; que medida, hilván, construcción, llegan con el saber y el saber lo prestan, de consuno, Salamarica y la experiencia. Todo, excepto cierto toque de distinción, gusto al interpretar las suertes, buen corte, que no son usuales entre neófitos, y forjan la ilusión de que puede haber en Quart de Poblet un torero en ciernes. Sorihuela del Guadalimar, también; sólo que ahora está herido.
Babelia
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