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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Cargo de conciencia

El día 2 del presente mes de julio trasladamos a mi padre a urgencias del hospital de la Seguridad Social La Paz por un dolor que le sobrevino en la espalda; aproximadamente desde las ocho de la tarde estuvieron haciéndole pruebas, hasta alrededor de las cuatro de la madrugada, diagnosticando algo de ciática y recetándole algunos medicamentos y reposo absoluto en la cama.El día 7, observando que no mejoraba, y por orden del médico de cabecera, procedimos a llevarlo al centro de Fuencarral, donde sufrió un mareo. Después de hacerle varias pruebas, el médico especialista de este centro nos comunicó que tenía una vértebra aplastada, al mismo tiempo que rompía cuatro recetas, diciendo que estos medicamentos no servían para nada (medicamentos que minutos antes otro especialista había recetado), mandándonos a casa con una sola receta y recomendando reposo.

El día 8, a la vista de que tenía fiebre y vómitos y no mejoraba, se llamó al médico de cabecera, el cual indicó "que no era nada". Viendo que la enfermedad iba en aumento, por la tarde llevamos al enfermo al servicio de urgencias de Colmenar Vicio, donde le pusieron una inyección para cortar los vómitos, diagnosticando que no tenía nada grave, que simplemente se trataba de una gastroenteritis, pidiéndole en ese momento mi madre que le trasladaran en ambulancia a un centro donde pudieran atenderle en condiciones, a lo que no se accedió por parte del médico.

Un poco despreocupados y confiando en el buen saber y entender del galeno, volvimos a casa, donde el enfermo pasó una muy mala noche, adquiriendo tal aspecto que no hacía falta ser médico para saber que se trataba de una enfermedad grave, pues deliraba y no conocía ni a su esposa ni a sus hijos. Volvimos a llamar el día 9 al médico, siendo la misma persona que le reconoció el día anterior, quien nuevamente repitió que "no era nada"; mi madre -llorando- le suplicó varias veces que le enviara una ambulancia para ingresar a mi padre en un hospital, a lo que no accedió, puesto que "no era nada". Un par de horas después de marcharse el doctor, y viendo el estado en que se encontraba mi padre, ese avisó a una colega suya, la cual observó en seguida que estaba muy grave, llamando ella misma rápidamente por teléfono (desde nuestro propio domicilio) a una ambulancia para su traslado a La Paz.

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Cuando eran aproximadamente las siete de la tarde llegamos a urgencias de este centro, y pasadas unas horas nos informaron de que estaba bastante grave y que deberían hacerle un scanner, cosa que no hicieron hasta el día siguiente, alrededor de las 18.30, poniéndonos como excusa que la doctora que le estaba atendiendo no sabía ni se explicaba por qué no lo habían hecho todavía.

Después de estas 24 horas, sin recibir más atención que el suero que le pusieron, nos mandaron a la planta 13ª (maternidad), puesto que allí le iban a ingresar. A las once de la noche del día 10 por nuestros propios medios: puesto que no nos informaron de nada, nos enteramos de que estaba en la planta 7ª de la residencia general, ingresado en la UVI, y que hacía varias horas que se encontraba allí, sin poder verlo hasta el día siguiente.

A las dos, a las cinco y a las nueve de la tarde del día 11. sábado, no pudieron decirnos qué enfermedad padecía, puesto que los mismos médicos tampoco lo sabían; nosotros sólo sabíamos que cada minuto que, pasaba estaba más grave, hasta que a las 23.30, sin saber nada más, murió.

Con esto sólo quiero pedir -a quien corresponda- que estos servicios al ciudadano sean como deben ser: muy importantes y delicados, y que una persona tan lúcida y joven como mi padre no pierda la vida en tres días por culpa de algunos irresponsables.

En el aire quedan tres preguntas:

¿Cuántos casos más como éste?

¿Quiénes son los responsables?

¿Quién devuelve la vida a las víctimas, a nuestras víctimas?

Si son humanos, que lleven su cargo de conciencia.- Pedro Díaz Ontiveros.

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