La gran injusticia de Riaño
Soy una leonesa en Madrid que está viviendo con verdadera angustia a través de su periódico, la radio, etcétera, los acontecimientos de Riaño.Atónita, no puedo creerlo que está pasando allí, lo que a través del teléfono también me cuentan
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amigos. ¿Cómo es posible tanta crueldad a estas alturas de la democracia, a 12 años de la muerte del dictador? El planteamiento, los métodos: los mismos.
Cuando la razón no sirve para nada, cuando a uno le quitan cosas tan vitales como su casa, el lugar donde nació, el aire al que sus pulmones estaban acostumbrados, el consuelo del lugar donde yacen sus muertos, sus vecinos, la gente con quien siempre convivió, la que sabe su vida y con la que relaciona su existencia, y se lo quitan por la fuerza, y es el Estado y otras gentes, parte del pueblo también, los que, invocando al dinero y al progreso economicista (dudoso), quieren egoístamente quitárselo, ¿a quién recurrir?
¿A quién, cuando con ellos se emplea la violencia sin haber cometido otros delitos que defender lo que no pueden por menos que defender, porque es lo que tienen, lo único que todos en el fondo sólo tenemos?
Sin embargo, la Administración cree, ufana, que ha comprado Riaño, que ese terreno es suyo porque ha pagado unas pesetas o unos millones.
Se olvida de que Riaño tiene hombres, personas; que esas personas tienen sentimientos, y éstos no se compran.
Ahora, hasta ellos, los pobres hermanos de Riaño, han aprendido que eso no se puede comprar ni vender, aunque la necesidad, la inconsciencia y la lejanía del proyecto les hiciesen coger un dinero que, como cualquier dinero, se acaba y no se puede aumentar haciendo cosas que no se han hecho nunca, como poner negocios en la capital, asentarse en otros pueblos donde les costaría adaptarse y a los demás aceptarlos plenamente, porque les faltarían las relaciones familiares y de conocimientos que ahora tienen entre todos los pueblos del valle.
Y para llevar a efecto sus proyectos, el Gobierno lleva a la policía; y los policías, como en los mejores tiempos de Franco, aporrean, tiran pelotas de goma, abofetean, humillan y dan patadas a los ecologistas y pacifistas, a los que interrogan como si fuesen gentes de la peor ralea, siendo injustificados estos métodos para cualquiera.
El Estado llamado socialista está masacrando un pueblo y lo hace en nombre del beneficio de otras familias, como si para beneficiar a alguien fuese necesario y ético sacrificar a otras personas con los mismos derechos y perjudicándoles de esa forma doblemente.
El sur de León es tierra de cereales; ahora dicen que lo van a convertir en un vergel, no lo sé; el cascajo de flores o pimientos en vez de trigo, ¿por qué? Pero el agua siempre es buena, y si la quieren hay otros métodos; sólo hace falta ganas de emplearlos, voluntad de hacer las cosas bien. Pero lo más fácil es arrasar, hacer lo que otros (otro) han hecho siempre, caiga quien caiga.
¿Se ha preguntado la Administración que lo que pasa en Riaño, lo que pasa con sus gentes, puede no ser motivo de dinero? Que les den la posibilidad de devolverlo a cambio de quedarse en su tierra.
Un vecino suicidado; los animales, vacas, perros, gatos, errando por las calles; la gente sin casa, con los enseres fuera, negándose a abandonar el pueblo, y la policía pegando. ETA es un ejemplo demasiado manchado de sangre, y el argumento del nacionalismo, una abstracción y una puerilidad comparado con este atropello.
Sin embargo, esto me ha hecho pensar en los atropellos que otros pueblos sufren por derechos vitales y otros casos contra los derechos de la dignidad e integridad humanas, y he pensado que puede que alguien caiga en la debilidad de votar a HB. Por optar también por la violencia. Por la defensa simplemente en este caso.- Antonia Reyero.
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