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La presión fiscal aumentará, en España en un 2,5% si se aprueba el proyecto comunitario de armonización del IVA

España será uno de los países de la Comunidad Europea (CE) donde más aumentará la presión fiscal si prospera el proyecto de armonización del impuesto sobre el valor añadido (IVA) en los doce, elaborado por el comisario británico Arthar Cockfield. La propuesta, que será próximamente aprobada por la Comisión Europea, y que debatirán, probablemente en diciembre y en Copenhague, los jefes de Estado y de Gobierno de los doce, simplifica y acerca los tipos de IVA vigentes en los Estados miembros, y constituye, por tanto, una medida indispensable para poder constituir en 1992 el gran mercado interior europeo.

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Con relación al producto interior bruto (PIB), la presión fiscal se incrementaría en España con este proyecto en un 2,5%, según las estimaciones efectuadas por la Comisión Europea, un porcentaje sólo superado por otros dos Estados miembros, Luxemburgo (+7,6%,) y Portugal (+2,8%).El aumento sería achacable no tanto a la modificación de los tipos del impuesto sobre el valor añadido (IVA) como a la de los impuestos especiales con los que se gravan la gasolina, el alcohol, el vino, el tabaco, etcétera, y que afectaría a España, más que a ningún, otro país de la Comunidad.

Si se aplicase tal cual la propuesta de Cockfield, el precio de un litro de gasolina súper se incrementaría dentro de cinco años, pero en precios constantes, 21%, para alcanzar las 94 en un pesetas; el de una botella de vino de mesa, en un 67%, hasta situarse en unas 134 pesetas; el de una botella de alcohol, en un 88% -el whisky escocés corriente podría superar las 2.000 pesetas-; y el tabaco, en un 120%, con lo que un paquete de pitillos Ducados podría costar más de 100 pesetas.

Un solo producto penalizado con impuestos especiales bajaría de precio, el gasóleo para calefacción, que costaría al consumidor un 2% menos, pero esta disminución no compensa en absoluto las demás subidas, que en el caso de la cerveza (+21%) sería, por ejemplo, la más alta de Europa, mientras en otros muchos casos España se coloca a la cabeza de los aumentos junto con Grecia y Portugal. '

"Es evidente", comentó el comisario español Abel Matutes, "que el consumo de vino en nuestro país forma parte de la tradición gastronómico-cultural, por lo que es previsible que España pida algunas derogaciones para evitar aplicar un impuesto especial elevado a productos de consumo tan popular".

Dos tipos de IVA

Al margen del vino, alcoholes, tabaco y gasolina, sometidos a un mismo impuesto especial, el proyecto de aproximación fiscal puesto a punto por Cockfield propone mantener sólo dos tipos de IVA: uno general, que oscilaría, según los Estados miembros, entre el 14% y el 19%, y otro reducido, del 4% al 9%, para productos y servicios con carácter social, como pueden ser el consumo eléctrico y de agua, los transportes públicos, los periódicos y libros y las medicinas.

Si se adopta el plan del comisario conservador británico, España deberá suprimir, junto con los otros cinco países que lo poseen, el tipo del 33% que aplica actualmente a los artículos de lujo, como, por ejemplo, los automóviles, pero esta rebaja fiscal quedará ampliamente compensada por el aumento de recaudación generado por el nuevo tipo normal, que, en el mejor de los casos, pasaría de un 12% a un 14%. El actual tipo reducido del 6%. sería probablemente mantenido.

El objetivo del proyecto Cockfield es (que dentro de cinco años la Comunidad Europea disponga de unos tipos fiscales que no excedan el 5% de diferencia entre los distintos países, un porcentaje que los expertos consideran suficiente para que no se produzcan distorsiones en el comercio intracomunitario. "Es soportable una diferencia del 5% entre la tasación de un mismo producto en dos Estados vecinos" entre los que han desaparecido las fronteras fiscales, rezaba un in forme del Senado francés

El ministro galo de Presupuesto, Alain Juppe, advertía por su parte, a finales de junio "contra la ilusión de conseguir de aquí a 1991 la unidad fiscal. "Olvidémosnos", añadía, "de instaurar un IVA único, los plazos son demasiado cortos y el objetivo no es necesario". En apoyo de esta tesis el ministro galo argumentaba que en Estados Unidos, por ejemplo, subsisten pequeñas diferencias fiscales entre Estados federados, sin que ello haya resultado perjudicial para la economía del país.

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