Los peritos diferencian el síndrome tóxico de las intoxicaciones por pesticidas
Los médicos internistas miembros o asesores de la comisión clínica del Plan Nacional del Síndrome Tóxico diferenciaron ayer claramente los síntomas característicos de esta enfermedad de los de una intoxicación por productos organofosforados. Para el catedrático Manuel Serrano Ríos, que actuó como portavoz de sus compañeros, el nexo común diferenciador del síndrome tóxico fue la vasculitis, es decir, la lesión de los vasos sanguíneos. Esta afección es propia de la enfermedad porque no se parece a otras vasculitis.El síndrome se diferencia también por un comienzo brusco: un rápido edema (encharcamiento) de los pulmones. El marcador que distingue el envenenamiento desde el punto de vista analítico es el aumento de un determinado grupo de glóbulos blancos, los eosinófilos. En la segunda fase se produce una alteración en la piel denominada esclerodermatosis y la destrucción de nervios aislados en múltiples sitios, especialmente en las extremidades.
Las intoxicaciones por organofosforados producen neuropatía, es decir, una afección en el sistema nervioso, pero ataca a todos los nervios, no como el síndrome, que afecta a nervios aislados en todos los órganos. Esta intoxicación tampoco presenta la lesión vascular tan característica de los afectados por el síndrome.
Frontela y la OMS
Los trabajos del catedrático de Medicina Legal de Sevilla Luis Frontela sobre la hipótesis de que tomates fumigados con pesticidas fueron la causa del síndrome tóxico fueron calificados como "basura" por el profesor M. Lotti en la reunión de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebrada en julio de 1985 en Copenhague, según declararon ayer en el Juicio los doctores Ignacio Abaitúa y Francisco Díaz de Rojas, que asistieron a la citada reunión.
El profesor Lotti, toxicólogo experto en organofosforados, había acudido a Sevilla a examinar los trabajos de Frontela. En la reunión de la OM S de Copenhague, Lotti criticó "de forma demoledora" la metodología seguida por Frontela y concluyó que no existía trabajo realmente válido, según confirmó el internista Manuel Serrano Ríos, que también asistió.
Serrano Ríos había narrado previamente que la teoría de Frontela sobre los metales pesados, como el plomo o el cadmio, como origen del síndrome tóxico era poco consistente al confrontarla con la clínica, es decir, a la vista de los enfermos, y que el propio Frontela se dio cuenta de ello.
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