La Comisión Europea pone de relieve algunos inconvenientes para que Madrid albergue la Oficina de Marcas

El informe de la Comisión Europea sobre la Oficina de Marcas de la CE pone de relieve algunas desventajas de Madrid, en comparación con las demás ciudades candidatas a albergar la sede de esta institución europea, a pesar de que en la capital de España se registran más marcas que en cualquiera de sus rivales.Elaborado por el comisario británico lord Cockfield, el mencionado informe, que compara los méritos de Múnich, La Haya, Londres y Madrid, es el documento en base al cual el Ejecutivo comunitario deberá proponer al Consejo de Ministros una ciudad para instalar la oficina, pero no es seguro que los titulares de Asuntos Exteriores respeten su elección.

Aunque en la introducción de su informe confidencial Cockfield precisa que éste "no pretende indicar una preferencia a favor o en contra de ninguna de las cuatro ciudades", los criterios utilizados y las tablas que figuran en un anejo no son excesivamente favorables a Madrid, a cuya descripción dedica un 28% menos de espacio que a Múnich y un 40% menos que a Londres.

A pesar de que desde un punto de vista económico las ofertas de España, Holanda y la RFA son prácticamente similares -regalan el terreno, financian la construcción y en el caso español ponen a disposición de la oficina el material informático- Cockfield valora simplemente la propuesta española como "atractiva", mientras la alemana es "manifiestamente atractiva" y la holandesa es "generosa".

Lejos de todo

Los inconvenientes de Madrid son más bien de índole geográfica a causa de su relativo alejamiento del centro de Europa.

A favor de la candidatura de Madrid aboga el sorprentemente alto número de solicitudes presentadas anualmente para registrar marcas, 34.738, de las cuales 3.975 son de empresas no residentes, una cifra un 32% superior a la de la RFA, un 34% por encima a la del Reino Unido y que triplica a la del Benelux. Pero el número de profesionales españoles en propiedad intelectual -unos 200- es cinco veces inferior al de expertos asentados en Londres y 20 veces al de Múnich, donde tiene su sede la Oficina Europea de Patentes.

Presentada inicialmente mediante una carta de Felipe González, la oferta española no pretende sólo conseguir para Madrid el honor simbólico de ser 1990 una primera sede comunitaria en España sino sacar partido del movimiento económico que se generara en torno a los 250 funcionarios de una oficina en la que se registraran unas 15.000 solicitudes anuales.