'Cantar de los cantares'
Me refiero al artículo El cantar de los cantares, de Fernando Savater (EL PAÍS de 28 de mayo de 1987). Hay un refrán aleman que dice: "Cada cual se pone en ridículo como puede". Nada más exacto para reaccionar a este artículo, que -en la línea de lo publicado en EL PAÍS el 28 de mayo de 1987- no es opinión, sino polución. Ignoro si el señor Savater se da cuenta de la cantidad de chocarrerías que nos sirve -al lado, ciertamente, de críticas justas-, pero el tono fanático con que trata de criticar ajenos fanatismos me da pie para dudarlo. Bueno, con su pan se lo coma.Mi crítica se centra en algo muy concreto de dicho artículo, a saber, en la frivolidad con que lanza afirmaciones procedentes de bien premeditados bulos, como si se tratara de argumentos basados en fuentes probadas, refiriéndose a "la monja de origen judío entregada a los nazis por la superiora de su convento". Resulta muy aleccionadora la expresión con que seguidamente se descuelga: "...por lo que cuentan...". Con esto, el señor Savater consigue descalificarse de manera absoluta desde el punto de vista de intelectual, y la honestidad que de los demás exige se convierte en piedra lanzada a su propio tejado del vidrio más frágil que cabe imaginar.
Señor Savater, si su honradez de intelectual (no de psoeudointelectual, entendámonos) le exigiera rectificar tan monstruosa afirmación, el que suscribe le facilitaría gustosamente las fuentes necesarias.
Nota. Para que vea, señor director, que no todo son críticas a sus autores, vaya mi felicitación por el fichaje de ese inmenso escritor que es Fernando Fernán-Gómez (entre otros muchos, claro), modelo digno de imitación de eso tan sublime y tan raro que es el sentido común.- José M. Domínguez. .
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