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El creador del parque de La Vilette defiende las influencias del cine en la arquitectura

El arquitecto franco-suizo Bernard Tschumi cerró el lunes el ciclo de conferencias que el Institut d'Humanitats ha organizado en torno al tema de la ciudad. Tschumi, que ha diseñado el parque parisino de La Vilette, actualmente en construcción, considera que la arquitectura debe asumir las influencias de la literatura y del cine.Para Tschumi, su reivindicación de la literatura y, el cine, a pesar de tratarse de lenguajes tan distintos al de la arquitectura, no debe resultar paradójica: "La arquitectura está integrada en la sociedad y participa de la misma sensibilidad del resto de las artes".

El parque ocupa una extensión de 550 hectáreas y se organiza en tres sistemas autónomos (superficies, puntos y líneas) que tienen su propia autonomía, su propia lógica, que el arquitecto retorna para prolongarla hasta sus límites.

Tschumi no considera necesario que el ciudadano que pasee por este parque conozca los principios teóricos del mismo: "No es preciso saber toda la teoría del cine para disfrutar con un filme de Godard o Rivette. Indudablemente, mi propuesta de un nuevo concepto de espacios es ideológica, pero no en el sentido de una ideología de partido. Mi preocupación es hallar un esquema contra la estructura, la forma preestablecida. Hoy, la coherencia ya no es posible, no se puede adecuar la forma urbana a un modelo de sociedad que tampoco es coherente, que está desintegrado. Se trata de un proyecto que pretende resaltar el conflicto".

El problema, según el arquitecto, es que las administraciones piden una idea armónica, combinar elementos distintos presididos por un concepto de totalidad. "Mi proyecto lucha contra esa idea de totalidad".

Tschumi explica con detalle su proyecto, en el que hay una treintena de construcciones independientes. "Hay una anécdota que ilustra lo que decíamos antes. Una de las construcciones tenía que ser un centro de jardinería. La Administración modificó la idea original, cuando ya se estaba construyendo el bloque, y pensó en destinarlo a restaurante. Finalmente, han decidido que lo dedicarán a taller infantil. Pues bien, el diseño es el mismo. Esto hunde los conceptos funcionalistas. La función no la crea el arquitecto sino el consumidor".

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