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Reagan pide que los emigrantes, los presos y quíenes quieran casarse se sometan a la prueba del SIDA

Francisco G. Basterra

Seis mil expertos de todo el mundo -entre ellos, médicos de Madrid, Barcelona, País Vasco y Canarias- se reunieron ayer en Washington, en el mayor y más importante encuentro científico jamás celebrado sobre el SIDA. Horas antes de la apertura de la III Conferencia Internacional sobre el Síndrome de Inmanodeficiencia Adquirida, el presidente norteamericano, Ronald Reagan, pidió que los inmigrantes, prisioneros y las parejas que quieran casarse sean sometidos a pruebas "rutinarias" para descubrir si son portadores del virus culpable de lo que se ha dado en calificar de "peste del siglo XX".

Médicos españoles asistentes al congreso de Washington expresaron a EL PAÍS su grave preocupación por la extensión de la enfermedad en España, pero se mostraron contrarios a realizar pruebas obligatorias para amplios sectores de la población. "De acuerdo con la Organizacíón Mundial de la Salud (OMS) y con la Comunidad Europea, estamos totalmente en contra de la obligatoriedad de las pruebas, que, además de ser ineficaces, llevarían a una discriminación", explicó el doctor Rafael Nájera, presidente del instituto de salud Carlos III, principal centro de referencia del SIDA en España. "Las pruebas masivas suscitan grandes dudas y graves problemas éticos, ya que se pueden utilizar para provocar una discriminación social", dijo un doctor de la residencia sanitaria Nuestra Señora de Aránzazu, de San Sebastián.En las intervenciones de la sesión inaugura¡ de la conferencia quedó claro el rechazo mayoritario a las pruebas masivas, defendídas por Reagan, que envió al vicepresidente George Bush para abrir el encuentro, quien fue abucheado. El cirujano general Everett Koop, que se opone a las pruebas obligatorias, recibió un largo aplauso de los congresistas.

En la primera jornada del encuentro científico, el doctor norteamericano Robert Gallo, del Instituto Nacional del Cáncer, descubridor del virus del SIDA, anunció el hallazgo de un nuevo miembro de la familia de los retrovirus, el grupo que incluye el virus del SIDA, así como de otros dos virus causantes de cáncer. Gallo también reveló avances en el estudio del sarcoma de Kaposi, una forma de cáncer común en las víctimas del SIDA. También fueron presentados ayer nuevos detalles sobre el crecimiento de los retrovirus.

Vacuna

El investigador francés Daniel Zagury expondrá hoy los resultados de las primeras pruebas en personas de una vacuna experimental contra el SIDA, una enfermedad incurable que ha causado ya la muerte a más de 20.000 personas.

A pesar de la presentación de más de 2.000 comunícaciones al congreso -otras 700 han tenido que ser rechazadas por falta de espacio y tiempo-, no se espera que la conferencia ofrezca descubrimientos sensacionales. "Si la gente viene a la reunión esperando oír algo excitante o completamente nuevo, no creo que esto vaya a ocurrir", dijo ayer el doctor George Galasso, presidente del comité organizador. Pero tanto Galasso como Gallo explicaron que el ritmo de la investigación sobre el SIDA ha superado con mucho la velocidad de los progresos científicos en otros campos, "empujando a la virología, inmunología (ciencia de las vacunas) y biología molecular".

Entre otros temas, en el congreso se examinarán las estimaciones sobre la probabilidad de que las personas infectadas por el virus desarrollen en el futuro la enfermedad. Un investigador ca-nadiense, el doctor Martin Schechter, profesor de epidemiología de la universidad de Vancouver, dijo ayer que las previsiones de que un 30% de la poblacíón infectada acabará desarrollando el síndrome son demasiado exageradas para ser aplicadas a la población en general. El total final de víctimas estaría más próximo al 19% de los infectados, según un estudio presentado ayer por el científico canadiense. Los porcentajes que a veces se utilizan, del 30% al 40%, pueden ser correctos, pero sólo para pacientes de grupos de alto riesgo. Reagan hizo un llamamiento a la ampliación, como rutina, de las pruebas contra el SIDA, sin atreverse aún a decretar su obligatoriedad debido a la resistencia de los Estados, el Congreso y gran parte de la comunidad científica, que entienden que serían demasiado caras e ineficaces y, sobre todo, supondrían discriminar a amplios sectores de la población.

El cirujano general Everett Koop, en la práctica el ministro de Sanidad, cree que las pruebas masivas convertirían al SIDA en una enfermedad clandestina, provocando la huida de los centros de tratamiento de la población de alto riesgo.

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