El camino de Murphy
Emilio López, vocalista de Los Elegantes, presentó a su último productor y amigo admirado, Elliott Murphy. Este neoyorquino ya había visitado el mismo escenario a finales de 1984, días en los que su nombre era aún más desconocido entre los aficionados españoles. Su actuación se retrasó tres cuartos de hora y entró más público del que se esperaba, aunque no suficiente para llenar el lugar.Murphy cantó Change will come para empezar. Una pieza de lirismo dylaniano, al parecer inevitable, que evoca el cambio de los tiempos. Winners, losers, beggars..., uno de sus temas de rock, siempre rock, poético, habla de ganadores, de perdedores, de poetas, de la música y el éxito. Murphy prefiere el lado oscuro de su historia americana.
Concierto de Elliott Murphy
Concierto de Elliott Murphy y banda. Elliott Murphy, voz, guitarra y armónica; Ernie Brooks, bajo y coros; Lewis King, batería y coros, y Emilio López Gabacho, teclados. Sala Astoria. Madrid, 26 de mayo.
Se acompaña en escena de amigos -allí se lució el teclista colaborador de Los Elegantes o el batería que perteneció a Beat Rodeo- lejos de pretender un montaje espectacular, una superbanda modelo estándar en tomo a su fuerza expresiva, a sus canciones rockeras, propias de quien no ha perdido el contacto con el subsuelo de la vida, de quien sueña y actúa tan enérgico como en sus días de adolescente impetuoso. Sólo con un espíritu así el rock se conserva en su máxima sencillez y espontaneidad. A Murphy no le sale otra postura -y bien que podría integrarse en el negocio-, como a Alex Chilton, Eric Burdon o Roger McGuinn, a los que no han dejado de llamar malditos.
Garra y calor
Este poeta urbano, intimista, añade en directo a Running around, una deliciosa melodía plena de melancolía y de dulzura en el disco, una garra y calor que pone la carne al oyente cual gallina. Y a continuación, una pieza grabada en tiempo medio, Clean it up, se embala en la versión viva. Este hombre parece moverse a medio camino entre Dylan y Springsteen, y una balada como Diamonds by the yard recuerda a Helpless, de Neil Young, o a Knockin' on heaven's door, del mencionado genio de Minnesota. Pero el camino no es de nadie.El blues no se oculta, y la guitarra protagonista de Murphy se lamenta ácida y muy digna, consolada por un órgano de sonido clásico. Su punteo final en la balada aludida obliga a escribir las dos frases siguientes: "Que le entierren con su guitarra. Su testamento lo agradecerá". El público, más que agradecido cariñoso, no le dejaba retirarse al camerino, y gritaba: Hollywood, Hollywood, pieza maestra que su autor otorgó en el segundo bis. Y regaló un tercero con Route 66. El rock and roll veloz y furioso de este tema clásico no predomina en el repertorio de Elliott Murphy. ¿Cómo suena mejor este arte? ¿Original o sincero? Murphy es simplemente sincero.
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